Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

Versículo del día

Siguenos en Facebook

domingo, 4 de marzo de 2012

2 - El hombre de la casa “Ser hombre”, Por: Claire M. de Mezerville L., Psicóloga y Tanya M. Brizuela H, Antropóloga

En culturas tradicionalmente patriarcales, como es la nuestra, la identidad sexual se formó desde un sistema jerárquico que sitúa al hombre en una situación de poder, y desvaloriza a la mujer, la cual se considera carente de poder (Mino y Slim. 2007). De ahí el afán de alejarse de todo aquello que culturalmente se asigne como femenino; además de asignarle al varón un rol masculino, cargado de estereotipos arbitrarios, que se hace muy difícil de llevar.

Por ejemplo, se les puede imponer desde niños la idea de que deberían ser duros y no llorar, sin importar el dolor. Tanto en situaciones de dolor físico, como por ejemplo cuando se golpean en el columpio, así como en situaciones de dolor emocional, como sería cuando se les muere una mascota o pierden a su primera novia, es usual oír tanto a los padres como a las madres decirles a sus pequeños hijos que, “los hombres no lloran”. La explicación más común del porqué no deben llorar es que deben ser fuertes, y la fortaleza -cualidad masculina- se asocia con el desligue emocional.

Por el contrario, las niñas bajo las mismas circunstancias –como el golpe del columpio, el rompimiento de una relación, o la muerte de un ser amado- pueden encontrar mayor comprensión a su dolor y sentimientos de frustración, ya sea por parte de los padres, del resto de amiguitos, o del contexto inmediato. Por tanto, a los niños que vivan una experiencia de estas, se les enseña desde pequeños que expresar emociones de dolor o tristeza es de mujeres y por consecuencia es una debilidad, lo que es directamente asociado a no ser “hombres”.

De adolescentes, en algunos hogares se les da deberes domésticos a las niñas, librándose algunos niños de estas tareas. Los chicos que vivan esta realidad no tendrían la experiencia de aprender a desarrollar habilidades en las tareas básicas para su autonomía, provocando dependencia hacia otros, o experiencias de frustración a futuro cuando desean o necesiten aprender como adultos a asumir estas labores. Al mismo tiempo, esto podría provocar una desvaloración por parte del varón de las tareas del hogar, labores que son importantes para el óptimo desempeño de todos los miembros de la familia.


Sin embargo de forma lamentable, se asocian de manera directa con el sexo femenino las labores del hogar, como si existiera un gen exclusivo para cocinar, lavar platos, barrer y cambiar pañales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario