Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

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miércoles, 1 de mayo de 2013

Serie: ¿Hablamos? - Artículo 4. El significado de las palabras, Por: Sixto Porras y Maritza Ulate


La buena comunicación también requiere que entendamos lo que significan las palabras. Cuando la pareja contrae matrimonio, dos culturas y formas de expresión distintas se unen. Si cada uno de ustedes no define sus palabras asumirán que tienen el mismo significado para ambos y comenzarán los malos entendidos. El esposo, por ejemplo, dirá a la esposa que llegará temprano, pero ¿qué significa temprano? O quizás ella preguntó si podrían hablar por un momento. Tres horas más tarde ¡ese momento aún no ha terminado! Cada uno de nosotros utilizamos frases y practicamos costumbres comprensibles solamente en nuestro propio entorno.
La primera vez que le silbé a Helen lo hice porque mis padres se llamaban de esta manera.
Helen se dio vuelta y me preguntó: « ¿me estas silbando?» 
«Sí mi amor» —respondí—, «te estaba llamando». 
«Ah, no» —me dijo—; «se le silba a los perros no a las personas». 
¡Ese día me di cuenta de que yo era del campo y ella de la ciudad! 
Debemos unificar los códigos de comunicación. Tenemos que definir palabras para que interpretemos lo mismo cada vez que las pronunciemos. Para esto, no debemos asumir, sino preguntar, no debemos juzgar sino aclarar. Si sentimos que se nos ha ofendido, debemos preguntar primero por el significado de la supuesta ofensa. Veinte años después de casarnos ¿cómo cree usted que  Helen y yo nos llamamos? ¡Con un silbido! Pero no es el silbido de mis papás; ahora es nuestro. La llamo así y ella ya no se ofende.
Otro de los elementos fundamentales a definir es el silencio. El silencio muchas veces comunica descontento, enojo, desprecio, mal humor, etcétera. Pero también —principalmente en los varones— significa reflexión, atención, tiempo para pensar. Debemos saber cómo manejar el silencio. Su pareja debe estar consciente de los mensajes sin palabras que usted envía. Esos mensajes son parte de un código de comunicación íntimo y personal. 
Para poder interpretar los mensajes silenciosos de la pareja uno debe desarrollar el don de escuchar. Significa que cuando su cónyuge está hablando, usted debe estar escuchando. Si el tema es importante, apague el televisor o detenga el libro pero no conteste en automático. Mire a la persona a los ojos y esfuércese por escuchar lo que le está diciendo. 
También es importante saber esperar el momento indicado. Esto es cuestión de sentido común. No inicie una conversación importante cinco minutos antes de que termine el partido. Si yo llego de una conferencia y despierto a Helen para compartirle algo, le aseguro que no estará en la mejor disposición de oír, y con toda razón. Es porque tiene sueño y cuando tiene sueño debo dejarla dormir. Cuando yo estoy muy cansado soy hiper reaccionario y por eso no es un buen momento para hablar. No obstante, existen los momentos de escuchar. 
Cuando usted escucha bien, usted acepta lo que la otra persona dice sin juzgarla. Hace preguntas e indica con gestos de afirmación que le importa lo que está escuchando, de modo que se sienta amada. Yo disfruto de las clases de psicología que está cursando Helen. Conozco a sus profesoras, a sus compañeras y compañeros sin haberlos visto nunca. Vivo su historia cada vez que la escucho, porque su emoción es mi emoción, su dolor mi dolor. Esto se llama empatía.
Escuchar es una de las actividades más maravillosas que podemos experimentar. Por esto, no se debe comer con el TV encendido. 
Debemos también considerar algunos obstáculos para escuchar inteligentemente. Uno es estar a la defensiva. También es difícil escuchar cuando existen actitudes incorrectas o prejuicios hacia otras personas. Por ejemplo, usted debe amar a las personas que su cónyuge ama. Ame a la familia de su cónyuge.
Hable siempre bien de sus suegros, sus cuñados, y los parientes de ella. Después de usted ellos son las personas más importantes en la vida de ella. 
Otro obstáculo a la buena comunicación son las interrupciones. A veces queremos imponer nuestro punto de vista y por eso no dejamos hablar. No intimide con gritos ni con gestos. Hagan un pacto como pareja: «se acabaron los gritos en esta casa». No presione a la otra persona para terminar. Muérdase la lengua, mueva los pies, juegue con el anillo, pero escuche. Escuche con sus oídos, sus ojos y su cuerpo. Cuando usted logra meterse en lo que la otra persona siente y vive comienza a sentir lo mismo. 
También constituye un obstáculo a la buena comunicación el estar muy ocupado. Qué triste es que tenemos oídos para oír y no oímos, ojos para ver y no vemos, corazón para sentir y no sentimos. Reserve energía para llegar a casa, para dormir a los niños, para hablar un rato. Ese agotamiento emocional y físico está consumiendo a las familias de nuestros tiempos. 
La buena comunicación es fruto del esfuerzo. Aclare el mensaje. Observe. Pregunte. Investigue. Reflexione. Sea paciente. A veces evadimos un tema por alguna sensibilidad existente. Cuando esto ocurra, vuelva con ternura sobre el tema evadido. Sea concreto. Resuelva sobre el punto. No busque culpar, sino tome acciones concretas sobre la situación. 
Debemos tener presente que ciertos temas como, por ejemplo, las relaciones sexuales, no se hablan en público. Otros problemas, que son muy sensibles, no deben hablarse delante de los niños. Nunca discuta temas serios cuando están muy cansados. Separen un tiempo para reunirse y conversar sobre temas que implican tomar decisiones importantes. 

Conclusión
Existen momentos críticos durante el día para la buena comunicación. Los primeros  y últimos cinco minutos del día deben ser momentos tratados con gentileza, porque marcan la percepción del día o determinan el descanso en la noche. Debemos buscar la forma de que esas palabras sean las que edifican y levantan a la persona. Busque la forma de siempre saludar a su cónyuge con una sonrisa.
El arte de aprender a comunicarse sabiamente requiere de diligencia y perseverancia, pues no se cultiva de la noche a la mañana. No obstante, el fruto que deja en la relación matrimonial no tiene precio. Permitirá que ustedes lleguen a ser verdaderos amigos que comparten una aventura sin igual entre todas las relaciones que le regala el Señor. Quien ha disfrutado de esa intimidad jamás se arrepentirá de haber invertido tiempo en cultivar buenos hábitos de comunicación con su pareja y con quienes le rodean.