Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

Versículo del día

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sábado, 24 de abril de 2010

Frutos y Semillas

Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado.
Para su sorpresa, descubrió que Dios estaba detrás del mostrador. -¿Qué vendes aquí?- le preguntó la mujer.
-Todo lo que tu corazón desee. Respondió Dios. Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
-Deseo que haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor-dijo- y luego tras un instante de vacilación, añadió: - No solo para mí, sino para todo el mundo.
-Dios se sonrió y dijo: -Creo que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos, únicamente semillas. Muchos de nosotros, tenemos mentalidad de supermercado: estamos acostumbrados a tener toda la mercadería al alcance de la mano, y lo más elaborada posible, donde tomamos lo que queremos y lo que no nos gusta lo desechamos. Ciertamente si así fuera todo en la vida, nada malo ocurriría.
Pero precisamente son las cosas negativas las que nos hacen madurar, crecer, confiar y creer.
En la vida no es el hecho de que no existan los problemas lo que la haga más hermosa, sino es el hecho de que en medio de ellos, aprendamos a amar a otros como a nosotros mismos.
En nuestras oraciones pedimos por cosas generalmente ya logradas.
A veces esperamos que de un momento a otro Dios haga milagros.
Pues he ahí la esencia de la vida, pidamos a Dios que nos de semillas de amor, entendimiento, valor, fe, fuerza, paz interior... y así poder lograr los frutos por nosotros mismos.

Que nuestro Señor derrame sus bendiciones sobre nosotros.

sábado, 17 de abril de 2010

Bienaventuranzas de los matrimonios cristianos







1 Pedro 3:1-7

Bienaventurados son el esposo y la esposa que continúan afectuosos, considerados y amantes después que las campanas nupciales han dejado de sonar.

Bienaventurados son el esposo y la esposa que son tan condescendientes y corteses el uno con el otro como son con sus amigos.

Bienaventurados son los matrimonios que tienen buen sentido de humor, porque este atributo será un medio disponible para absorber el impacto de los embates de la vida.

Bienaventurados son los matrimonios que se abstienen del uso de bebidas alcohólicas.

Bienaventurados son los que aman a su cónyuge más que a ninguna otra persona en el mundo y que alegremente cumplen su promesa matrimonial de fidelidad y de ayuda mutua por ambas partes.

Bienaventurados son los que llegan a ser padres, porque los hijos son la herencia del Señor.

Bienaventurados son aquellos que dan gracias a Dios por el alimento antes de participar de él y que separan algún tiempo cada día para la lectura de la Biblia y la oración.

Bienaventurados son aquellos cónyuges que nunca se hablan uno al otro en voz alta y que hacen de su hogar un sitio donde nunca se oye una palabra desalentadora.

Bienaventurados son el esposo y la esposa que fielmente asisten a los cultos de adoración de la iglesia y que trabajan juntos en la congregación para el crecimiento del Reino de Cristo.

Bienaventurada es la pareja que tiene una comprensión completa de los asuntos financieros y que delinea un plan de sociedad con el dinero que recibe.