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domingo, 4 de marzo de 2012

1 - El hombre de la casa “Influencia contexto social y familiar”, Por: Claire M. de Mezerville L., Psicóloga y Tanya M. Brizuela H, Antropóloga

Se habla mucho de los roles socialmente esperados de los hombres; sin embargo, estos estereotipos les han privado de sus verdaderas funciones dentro del seno familiar, tales como compartir del sostén emocional de su familia, ser proveedores afectivos y compañeros amorosos. Todo esto en detrimento de su propia salud emocional y de las otras personas a su alrededor.

Podemos apuntar por lo tanto, que la concepción de lo masculino es más complejo que solo los factores biológicos que puedan caracterizarla, ya que todo el proceso de formación de la identidad -tanto masculina como femenina- está rodeado por una serie de eventos y rituales que separan las características de ambos sexos y van definiendo a cada uno. Un ejemplo de ritual de paso de niño a “hombre”, es la costumbre de ciertos padres, de llevar a sus hijos de cierta edad a prostíbulos, para “hacerlos hombres”.

De esta manera, el contexto social y familiar va influyendo en la identidad que de sí mismos se forjan los hombres. La sociedad y, de forma más directa nuestra propia familia, nos van señalando qué significa ser un “hombre”, imponiendo actitudes, formas de interactuar con su mismo sexo y también con las mujeres, y hasta nos rotulan como deberían expresar sus sentimientos. De esta manera, el hombre se socializa de acuerdo a los roles que se le asignan. De igual manera, se le despoja de ciertos roles que están reservados para la mujer. En una sociedad tradicionalmente patriarcal, como la sociedad latinoamericana, por ejemplo, a ciertos hombres se les señala de forma enfática y desde la niñez, que deben alejarse de todo aquello que se considere femenino.


A causa de esto, algunos hombres se distancian de todos los roles, acciones o actitudes que culturalmente, y por variadas razones se hayan definido como femeninos, entre ellos el diálogo, la conciliación, la sensibilidad, la ternura, la expresión de emociones de tristeza, miedo o frustración, el cuidado emocional y la atención de la familia, etc. Es común que desde pequeños a muchos niños se les enseñe que no deben jugar con muñecas, o de “casita”, sino con carritos, pistolas, video juegos en que se enfatiza la violencia, el uso de la fuerza y la dominación como atributos deseables, de esta manera a muchos hombres se les va desvinculando desde la infancia del rol de la crianza de los hijos, de la responsabilidad del cuidado del hogar y aún más del cuidado de la relación afectiva con su pareja, ya que todo esto se percibe como femenino.

Lo cierto es, que ambos sexos, tanto hombres como mujeres, se han visto dañados por estos patrones impuestos ya que culturalmente han sido despojados de la posibilidad de una vivencia integral que busque la realización del ser humano, ya sea femenino o masculino, en todos los ámbitos de su existencia.

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