Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

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domingo, 17 de febrero de 2013

Viviendo por lo que vale la pena vivir


(Josué 1:8) "Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito."
El verdadero éxito en la vida no es tener muchas cosas, ni grandes casas, ni buenos carros, ni lograr grandes hazañas intelectuales. Todo eso puede ser bueno, pero lo que realmente nos hace sentirnos realizados es hacer aquello para lo que fuimos diseñados.
El meditar en la palabra del que nos creó y nos diseñó, declarándola en nuestras vidas y procurando diligentemente ponerla en práctica, nos llevará a encontrarnos con nosotros mismos y a descubrir “para que fuimos creados”, cual es nuestra función y nuestra misión en esta vida.
Cuando estamos haciendo lo que realmente nos gusta hacer, poniendo en práctica nuestras fortalezas y destrezas, nos sentiremos tan felices, que todo lo demás, y especialmente lo material pasa a un segundo plano.

(Lucas 10:27) "Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. 
Lo primero que debemos hacer para encontrarnos a nosotros mismos, es desarrollar una verdadera relación con el que nos creó y nos diseñó. Si nos acercamos a la fuente de la Creación, tendremos una altísima probabilidad de encontrar nuestra razón de ser.
Nuestro amado Padre Celestial nos invita a acercarnos a él para amarlo, para amar lo que él ama, para que nos gocemos en su presencia. Lamentablemente la mayoría de personas solo se acercan al Padre Celestial para pedirle y pedirle. Y si no reciben lo que están pidiendo, muchas se enojan con él, como si él tuviera la obligación de concedernos todo lo que pidamos.

(Salmo 37:4) “Deléitate en el Señor y él concederá las peticiones de tu corazón”. 
La clave para que él nos conceda las peticiones de nuestro corazón, es que nos deleitemos en él primero. Que lo busquemos, que lo alabemos y le adoremos con cánticos y con palabras y con acciones que le demuestren nuestro amor. Esta es la parte más importante para todo ser humano. Si amamos al Señor en verdad, nuestra vida ya no dependerá de las inciertas circunstancias, sino de su palabra y de su presencia en nosotros. Eso es lo que nos hará verdaderamente y permanentemente felices.

(Eclesiastés 1:2-4) "2Vanidad de vanidades, dice el Predicador, vanidad de vanidades, todo es vanidad.  3 ¿Qué provecho recibe el hombre de todo el trabajo con que se afana bajo el sol? 4 Una generación va y otra generación viene, mas la tierra permanece para siempre."
(Eclesiastés 2:24) "Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y disfrutar de su trabajo. Esto también yo he visto que es de la mano de Dios."
La vida está llena de vanidades que solo traen afán, cansancio, frustraciones y poco fruto a la vida del hombre. El rey Salomón después de haberlo tenido todo, en sus últimos años expresa “todo es vanidad y aflicción de espíritu” Lo mejor que nos puede pasar es que disfrutemos del trabajo que realicemos. Que lo que hagamos, lo hagamos porque lo disfrutamos real y profundamente y no por conseguir dinero solamente.
Si trabajamos en algo que no nos gusta mucho, pero lo hacemos para poder ganar dinero solamente, entonces viviremos desdichados y no lograremos alcanzar nuestro máximo potencial en la vida. Más bien cuando hacemos lo que realmente es nuestra virtud y nuestra fortaleza, lo vamos a hacer muy bien, con alegría y con excelencia; y eso hará que seamos muy eficientes en lo que hagamos y de esa manera nos vendrá la prosperidad con alegría y la podremos disfrutar como Dios lo diseñó.

(Santiago 4:3-4) "3Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres. 4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios."
 Dios nos enseña en su palabra que evitemos hacernos amigos del mundo. Eso quiere decir que él nos advierte que si caemos en la trampa de amar los placeres y lo material del mundo, estamos en grave peligro de enemistarnos con el Señor. Dios sabe que los placeres del mundo y las cosas materiales son muy atractivas y nos seducen con mucha fuerza, pero al final eso no nos va a dar la felicidad que verdaderamente necesitamos. La experiencia de Eva que cedió a comer del fruto prohibido es un ejemplo y una analogía de las consecuencias de dejarnos llevar por la corriente materialista y placentera del mundo. Lo mas grande y lo más hermoso que nos ha dado el Señor para ser felices es disfrutar del trabajo que hacemos y disfrutar sirviendo a las personas a nuestro alrededor. Empezando por el cónyuge, los que ya son casados, los hijos, los padres, los hermanos, los amigos, y otras personas en ese estricto orden.

(Filipenses 4:6-7) "6Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús."
La paz, es uno de los más grandes regalos de Dios a nuestras vidas. Si vivimos con paz en nuestro corazón, podremos disfrutar de todo lo que tengamos en nuestra vida. Ahora, hay un requisito para obtener esa paz: No afanarnos por nada y poner delante de Dios nuestras peticiones en oración y dando gracias por su protección y su voluntad en nuestras vidas.
En resumen, vivamos por lo que vale la pena vivir: por tener una relación sincera, de Fe y Amor con nuestro Padre Celestial; por disfrutar de las personas a nuestro alrededor y servirles con amor; por hacer el trabajo que más nos guste hacer; por disfrutar de cada actividad de nuestra vida; no afanarnos por nada y dando gracias al Señor por todo.

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