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jueves, 17 de mayo de 2012

03 - Necesidades especiales y matrimonio “Conquistando la comunicación”, Por: Joe y Cindi Ferrini


En nuestra falta de preparación, la comunicación puede ser frustrante y a menudo llevar hacía desunión en el matrimonio.
Una de las grandes frustraciones de cuidar a un niño o adulto con necesidades especiales es la dificultad de tratar de entender lo que ellos están tratando de comunicar, y por lo tanto, como una pareja casada, ¡tratar de no frustrarse cuando no podemos entendernos el uno al otro! En nuestra falta de preparación, la comunicación puede ser frustrante y a menudo lleva hacía la falta de unidad en el matrimonio.
La comunicación es una habilidad esencial en cada matrimonio. La comunicación efectiva requiere que una pareja busque entender (escuchando) y luego ser entendido (expresando). Suena simple, pero es lo suficientemente difícil de alcanzar bajo circunstancias “normales”. Agregue en la variable de niños – que uno o más de esos niños tenga necesidades especiales – junto con el cuidado de un padre anciano con demencia o la enfermedad de Alzheimer…tus habilidades de comunicación de seguro serán llevadas al límite y desafiadas.
Nosotros hemos tenido la responsabilidad y el privilegio de cuidar a dos hijas, un hijo con incapacidades múltiples y la madre de Joe que va envejeciendo.  Su demencia vascular y el atraso mental de nuestro hijo Joey crearon conversaciones desafiantes, frustrantes y siempre interesantes en torno a nuestra mesa. Muchas de esas conversaciones a menudo fueron una lucha por entender y seguir. A veces el paso frenético, el estrés y las presiones del día nos han tenido girando entre palabras sin nada significativo qué decir.
¡Hubo un momento en que nuestras relaciones familiares se estaban volviendo tensas debido a la cantidad de esfuerzo que tomó hacer que nuestra propia comunicación funcionara! Aprendimos rápidamente que necesitábamos crear un entorno de cuidado, escucha y comprensión para todos en nuestro hogar – y lo más importante, para nosotros mismos.  Sin el entorno adecuado en casa, una pareja empieza a distanciarse. Sin un compromiso sólido del uno al otro, esa separación puede a la larga llevarlos al divorcio si no se toma los pasos correctivos necesarios. Nosotros hicimos nuestro propósito el convertirnos en mejores oyentes – enfocando nuestra atención en lo que ha sido dicho por cada uno así como lo que decimos unos a otros. Nos tomamos el tiempo de escuchar y de responder  con cariño, creando la mejor atmósfera posible.
Escuchar realmente lo que alguien está diciendo requiere de energía. En el fondo de la comprensión está la cantidad de esfuerzo que uno emplea para entender lo que otros piensan y cómo se sienten. Esto es suficientemente difícil cuando nos comunicamos con personas saludables, y tratar de entender a un individuo con necesidades especiales puede ser mucho más difícil.
Mejorar nuestras habilidades de escucha requiere un compromiso de tiempo y atención. Aprende a enfocarte en lo que se ha dicho – y no solo en la manera en la que se dijo. Tómate el tiempo de hacer preguntas aclaradoras. Ponte a ti mismo en la situación de la otra persona. Estos son pasos para una mejor comprensión. 
Así como una buena habilidad para escuchar es esencial para una relación sana, así también lo es una buena habilidad para hablar. Eclesiastés 3:1, 7b dice, “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo… un tiempo para callar y un tiempo para hablar.” A veces  necesitamos estar callados, a veces necesitamos hablar y todo el tiempo necesitamos discernir la mejor opción de las dos. Mientras mejoramos nuestra comunicación con la persona con necesidades especiales en nuestras vidas, la comunicación con nuestros cónyuges también debería mejorar.

Algunos hábitos que hemos encontrado útiles en nuestro viaje para mejorar la comunicación:
- Escribir asuntos de cuidado, rutinas diarias, etc.
- Hablar todas las decisiones importantes (decisiones médicas, asuntos escolares, retos familiares, etc.), hasta llegar a un acuerdo mutuo.
- Trabajar para resolver las piezas más pequeñas de cada problema en lugar de tratar de resolver todo el asunto de una sola vez.
- Dar unos a otros nuestra atención completa, tomando el tiempo de reconocer sentimientos, miedos, dolor, etc.
- Ofrecer soluciones sin saltar a las conclusiones y sin ser  exigentes ni juzgar.
- Discutir pensamientos y sentimientos en lugar de pelear (o peor - gritar).
- No cerrarse (recuerda, se necesitan unos a otros).
- Mostrar respeto por las ideas del otro.
- Dar a todos en la casa la oportunidad de comunicar sus pensamientos y preocupaciones.
- Entender la dinámica familiar personal – como es afectado cada miembro de la familia.
- Programar tiempo personalizado – tiempos de conversación ininterrumpida y significativa – con cada miembro de la familia (especialmente con los niños que de otro modo serían excluidos debido a la atención requerida por la persona con necesidades especiales).

Mejorar nuestra habilidad para escuchar y expresarnos requiere tiempo y paciencia y – lo más importante – amor y compromiso. Es una inversión, cierto, pero es también una inversión que pagará grandes dividendos con nuestros seres queridos y nuestros cónyuges.

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