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domingo, 24 de marzo de 2013

La Fidelidad No Pasa de Moda, Por: Tanya Brizuela y Sixto Porras


“María”: ¿recibes a “José”, como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? “Votos matrimoniales”

Ese día especial, el día de nuestro matrimonio. Para todos aquellos que ya hemos contraído nupcias, esa fecha marcó un cambio en nuestras vidas. Conservamos de ese momento gran cantidad de memorias, y al remontarnos en el tiempo, hasta podemos sentir nuevamente las “mariposas en el estómago” antes de desfilar con la marcha nupcial. Ese día todos los casados prometimos  ante el clérigo serle fiel a esa persona única y especial; y de este mismo modo, lo prometerán las parejas que se acercan a festejar ese gran día.
La fidelidad brota del amor a lo que es realmente valioso y significativo, ya sea hacia una amistad, la pareja o a los principios en los que creemos profundamente. Al decidir serle fiel a una persona o a un ideal, en resumen, lo que estamos haciendo es valorar la riqueza de aquella persona, o apreciar con vehemencia aquello que defendemos porque pensamos que en ello hay verdad.
El catedrático emérito de filosofía de la Universidad Complutense  de Madrid y miembro de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, Alfonso López Quintás, en una entrevista a un medio de comunicación menciona que: “las palabras fiable, fe, confiar en alguien, confiarse a alguien... están emparentadas entre sí, por derivarse de una misma raíz latina: fid. El que descubre el elevado valor del amor conyugal, visto en toda su riqueza, cobra confianza en él, adivina que puede apostar fuerte por él, poner la vida a esa carta y prometer a otra persona crear una vida de hogar.”
Ahora bien, si este valor es trascendental en las relaciones de amistad, pensemos cuánto más en las sentimentales; en otras palabras, aquella relación en la que hemos puesto todo nuestro corazón y a la que especialmente hemos prometido ser fieles. Si bien, en la actualidad se han ido diluyendo ciertos valores que antes eran norma, como el peso de dar la palabra, la fidelidad aún es posible al mismo tiempo que es imprescindible sobre todo si deseamos una relación honesta que tenga 'éxito a través de los años. La fidelidad es un elemento importante que nos ayuda a cultivar una relación sincera y honesta, mas para ello, es necesario sensibilizarnos en su importancia al tiempo que aprendamos estrategias para escapar de situaciones peligrosas.
Este valor se practica entre dos personas libres, que se  aman, se respetan y desean construir un futuro estable; por lo tanto, ser fiel es la decisión de honrar la relación de pareja y el compromiso de exclusividad que asumimos al unir nuestra vida a la de esa persona amada, nuestro conyugue. Por lo que, el ejercicio de la fidelidad se debe practicar desde las emociones y los pensamientos, ya que es allí donde nacen las acciones; en el deseo del corazón.
Por lo tanto, la fidelidad hay cultivarla día a día. Invertir en la relación no es como una vacuna que nos libra de padecer de una enfermedad de por vida, es más como una vitamina que debemos tomar día a día, para fortalecernos y cuidarnos.

Recomendaciones prudentes
Es un mito pensar que por amar a nuestro cónyuge no seremos atraídos por alguien del sexo opuesto en alguna ocasión. De ahí que, al atravesar un momento de peligro como ese debemos realizar una mayor intervención en la relación matrimonial, esto es, tomar la “pastilla” diaria que nos levante las defensas contra la infidelidad. En este momento de vulnerabilidad deben surgir todos los razonamientos necesarios que nos motiven a pensar en esa persona amada, en sus cualidades y en las cosas que, tal vez por el correr diario, hemos dejado de abonar a la relación.
Un detalle importante a considerar cuando se sienta atraído por otra persona que no es su conyugue es preguntarse: ¿Por qué es fácil ilusionarse con una persona extraña que se presenta interesada en nosotros, amable, atractiva y sensual? Porque, la novedad excita y oculta las imperfecciones.
Los sentimientos hacia una persona del sexo opuesto se pueden desarrollar cuando se está en una situación de contacto frecuente. En estas situaciones existe la oportunidad de que se desarrollen la atracción, afecto y pasión. Esto puede ocurrir entre compañeros de trabajo, amigos íntimos, o vecinos que invierten más tiempo en esa relación de amistad que en su matrimonio. Inicialmente ésta relación puede parecer muy natural, casi irresistible y hasta justificada con disculpas como: “sólo somos amigos”, o “en casa no me entienden y esta persona si me escucha y comprende”, entre otras.
Por lo tanto, es importante conocer nuestra vulnerabilidad. Algunos  especialistas sugieren la existencia de factores que estimulan la atracción y la química  corporal como: la apariencia física, el hecho de que una persona sea muy sociable, intelectual o atenta, una fragancia atrayente en alguien disponible o el consuelo en momentos de dolor. Es importante aclarar que las circunstancias pueden ser casuales, pero si no se cultiva la relación matrimonial en pequeños detalles como: arreglarnos para nuestra esposa o nuestro esposo, oliendo rico para él o ella, ya que si dejamos espacios descuidados que son importantes para nuestra pareja, es posible que una tercera persona se introduzca en esas grietas que hemos dejado crecer en la relación marital.
Si está experimentando atracción por alguien más que su cónyuge, deténgase mientras aún hay tiempo, ya que al quebrantar el pacto de fidelidad, se quiebra la confianza que es como un frágil cristal difícil de reparar. El precio de hacerle daño a la persona amada debe considerarse muy seriamente. Algunas cicatrices podrían ser que nuestra pareja pierda la confianza y el respeto, así como amigos y familiares que se enteren de la situación e igualmente se vean afectaos. Adicionalmente, para cubrir la infidelidad se desarrollan otras conductas nocivas tales como la mentira, la irresponsabilidad y el abuso. Por otro lado, es frecuente que las finanzas familiares se vean afectadas y se experimentan sentimientos de culpa y soledad. En resumen, se pone en riesgo el proyecto de vida que se ha venido construyendo con esfuerzo individual y familiar a través de los años.
Sin importar el motivo que utilicemos para justificar la infidelidad, las consecuencias siguen siendo las mismas: la persona infiel tiene que mentir, ocultarse, se llena de culpa, y de un momento a otro compromete su vida, la de los suyos, su honor y credibilidad, con consecuencias lamentables. Constantemente, debemos preguntarnos si vale la pena arriesgar lo que nos ha costado construir, por tanto tiempo: la familia que amo, la admiración de mis hijos e hijas, el respeto de los míos, la confianza que genera ser una persona de palabra, la salud, y tranquilidad emocional. Este ejercicio nos permite valorar lo verdaderamente importante en la vida y reconocer la futilidad de una relación extramarital cuando hay tanto en juego.
Por consiguiente, ante cualquier otra ocupación cultive la cercanía con su conyugue, procure el contacto físico y la comunicación. Estos son elementos que nos ayudan a mantener la relación fuerte y saludable. De este mismo modo, en momentos de vulnerabilidad refúgiese en su pareja o en una persona cercana, confiable y prudente que le escuche, le ayude a ver las cosas claras y le brinde consejos para procurar la fortaleza de su matrimonio.

Algunas precauciones y recomendaciones para proteger su relación matrimonial son las siguientes:
Ø  Reconozca la propia vulnerabilidad: si se encuentra amenazado por la atracción hacia otra persona.  Por ejemplo, queremos ver a alguien que nos agrada mucho, recibir y hacer llamadas muy frecuentes, sentir que nos hace falta ver y hablar con esa persona.
Ø  Procure buenos amigos: preste atención a las advertencias de sus amigos, o de su propio cónyuge, que percibe el peligro. No desestime estas advertencias y tome medidas inmediatas, de ahí la importancia de tener amigos que protejan su matrimonio. Atienda sus consejos y recomendaciones.
Ø  Busque cultivar la relación marital: Mantengan proyectos juntos y cuiden la privacidad del hogar, diviértanse juntos. Cultive una buena, franca y profunda comunicación con su cónyuge. Resuelva conflictos, desilusiones y no acumule resentimiento.  No disminuya la atención y cuidado de los detalles y demás ayudas emocionales y afectivas que refuerzan la vida íntima conyugal.
Ø  Piense en las consecuencias: Debe ser consciente de que sus sueños y planes pueden obstaculizarse y verse truncados por una aventura.

Beneficios de la fidelidad
Decidir ser fieles nos da templanza de carácter y nos ayuda a autoconocernos, tanto en nuestra debilidades como en nuestras fortalezas, ya que cuando prometimos mantenernos firmes y leales a nuestro cónyuge, amarle bajo circunstancias favorables y adversas, realizamos un pacto que implica de nosotros un espíritu decidido, capacidad de asumir las riendas de la propia vida y estar dispuestos a regirla no por sentimientos cambiantes sino por una decisión basada en amor.
Ser fieles nos puede ayudar a distinguir entre “aguantar” y disfrutar, ya que si procuramos no dañar a nuestra esposa o esposo, estamos tomando una decisión de amor que va más allá de los cambios de la vida y las dificultades.
De igual manera cabe mencionar que la paz que nos da el sabernos dignos de confianza no tiene precio. El “vivir tranquilos” sabiéndonos personas honradas y transparentes, no se puede comprar en la tienda de la esquina.  Vivir bajo un estilo de vida con principios y valores cristianos,  nos da armonía de espíritu. Al tener paz en el corazón reflejamos confianza, evitamos las enfermedades que conlleva el estrés adicional causado por: tener que seguirle la cuenta a las mentiras para no contradecirnos y ser atrapados, el escondernos y el vernos a nosotros mismos como malos ejemplos para nuestros hijos e hijas.
En resumen, la fidelidad nos otorga identidad, paz, armonía con Dios, con nosotros mismo, y con los demás. Ser fieles nos brinda energía, nos ayuda a cultivar la relación de amor que decidimos construir el resto de nuestros días, además nos aporta dignidad y honorabilidad.
Tengamos presente el ejemplo de Noemí, mujer extranjera que decidió apoyar a su suegra en momentos de dificultad en los que era más sencillo abandonarla: “No insistas en que te deje y me vuelva. A dónde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, allí moriré y allí me enterrarán. Sólo la muerte podrá separarnos, y, si no, que el Señor me castigue”. Este ejemplo de lealtad es digno de imitar; por lo tanto, procuremos vivir de forma plena nuestro matrimonio, y procuremos ante todo ser fieles para dignificar cada día el pacto de amor que ese día especial, el día de nuestro matrimonio, nos unió.

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