En nuestra falta de preparación, la comunicación puede
ser frustrante y a menudo llevar hacía desunión en el matrimonio.
Una de las grandes frustraciones de cuidar a un niño o
adulto con necesidades especiales es la dificultad de tratar de entender lo
que ellos están tratando de comunicar, y por lo tanto, como
una pareja casada, ¡tratar de no frustrarse cuando no podemos entendernos el
uno al otro! En nuestra falta de preparación, la comunicación puede ser
frustrante y a menudo lleva hacía la falta de unidad en el matrimonio.
La comunicación es una habilidad esencial en cada
matrimonio. La comunicación efectiva requiere que una pareja busque entender
(escuchando) y luego ser entendido (expresando). Suena simple, pero es lo
suficientemente difícil de alcanzar bajo circunstancias “normales”. Agregue en
la variable de niños – que uno o más de esos niños tenga necesidades especiales
– junto con el cuidado de un padre anciano con demencia o la enfermedad de
Alzheimer…tus habilidades de comunicación de seguro serán llevadas al límite y
desafiadas.
Nosotros hemos tenido la responsabilidad y el
privilegio de cuidar a dos hijas, un hijo con incapacidades múltiples y la
madre de Joe que va envejeciendo. Su demencia vascular y el atraso mental
de nuestro hijo Joey crearon conversaciones desafiantes, frustrantes y siempre
interesantes en torno a nuestra mesa. Muchas de esas conversaciones a menudo
fueron una lucha por entender y seguir. A veces el paso frenético, el estrés y
las presiones del día nos han tenido girando entre palabras sin nada
significativo qué decir.
¡Hubo un momento en que nuestras relaciones familiares
se estaban volviendo tensas debido a la cantidad de esfuerzo que tomó hacer que
nuestra propia comunicación funcionara! Aprendimos rápidamente que
necesitábamos crear un entorno de cuidado, escucha y comprensión para todos en
nuestro hogar – y lo más importante, para nosotros mismos. Sin el entorno
adecuado en casa, una pareja empieza a distanciarse. Sin un compromiso sólido
del uno al otro, esa separación puede a la larga llevarlos al divorcio si no se
toma los pasos correctivos necesarios. Nosotros hicimos nuestro propósito el
convertirnos en mejores oyentes – enfocando nuestra atención en lo que ha sido
dicho por cada uno así como lo que decimos unos a otros. Nos tomamos el tiempo
de escuchar y de responder con cariño, creando la mejor atmósfera
posible.
Escuchar realmente lo que alguien está diciendo
requiere de energía. En el fondo de la comprensión está la cantidad de esfuerzo
que uno emplea para entender lo que otros piensan y cómo se sienten. Esto es
suficientemente difícil cuando nos comunicamos con personas saludables, y
tratar de entender a un individuo con necesidades especiales puede ser mucho
más difícil.
Mejorar nuestras habilidades de escucha requiere un
compromiso de tiempo y atención. Aprende a enfocarte en lo que se ha dicho – y
no solo en la manera en la que se dijo. Tómate el tiempo de hacer preguntas
aclaradoras. Ponte a ti mismo en la situación de la otra persona. Estos son
pasos para una mejor comprensión.
Así como una buena habilidad para escuchar es esencial
para una relación sana, así también lo es una buena habilidad para hablar.
Eclesiastés 3:1, 7b dice, “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para
todo lo que se hace bajo el cielo… un tiempo para callar y un tiempo para
hablar.” A veces necesitamos estar callados, a veces necesitamos hablar
y todo el tiempo necesitamos discernir la mejor opción de las
dos. Mientras mejoramos nuestra comunicación con la persona con necesidades
especiales en nuestras vidas, la comunicación con nuestros cónyuges también
debería mejorar.
Algunos hábitos que hemos encontrado
útiles en nuestro viaje para mejorar la comunicación:
- Escribir asuntos de cuidado, rutinas diarias, etc.
- Hablar todas las decisiones importantes (decisiones
médicas, asuntos escolares, retos familiares, etc.), hasta llegar a un acuerdo
mutuo.
- Trabajar para resolver las piezas más pequeñas de
cada problema en lugar de tratar de resolver todo el asunto de una sola vez.
- Dar unos a otros nuestra atención completa, tomando
el tiempo de reconocer sentimientos, miedos, dolor, etc.
- Ofrecer soluciones sin saltar a las conclusiones y
sin ser exigentes ni juzgar.
- Discutir pensamientos y sentimientos en lugar de
pelear (o peor - gritar).
- No cerrarse (recuerda, se necesitan unos a otros).
- Mostrar respeto por las ideas del otro.
- Dar a todos en la casa la oportunidad de comunicar
sus pensamientos y preocupaciones.
- Entender la dinámica familiar personal – como es
afectado cada miembro de la familia.
- Programar tiempo personalizado – tiempos de
conversación ininterrumpida y significativa – con cada miembro de la familia
(especialmente con los niños que de otro modo serían excluidos debido a la
atención requerida por la persona con necesidades especiales).
Mejorar nuestra habilidad para escuchar y
expresarnos requiere tiempo y paciencia y – lo más importante – amor y compromiso.
Es una inversión, cierto, pero es también una inversión que pagará grandes
dividendos con nuestros seres queridos y nuestros cónyuges.
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