Roberto y María llegaron a mi
oficina en busca de ayuda para su matrimonio. Cuando los saludé, enseguida noté
en sus rostros las marcas de años de aflicción y resentimiento. Ya no tenían
fuerzas ni siquiera para disimular su dolor, así que nos sumergimos
directamente en el tema.
Una larga serie de relatos amargos,
incomprensión y hasta algunos episodios de violencia doméstica, formaban el
contenido principal de la historia de este matrimonio. Finalmente, cuando todo
quedó expuesto, concluimos que en realidad no se conocían, ni tampoco conocían
la idea de Dios al crear el matrimonio.
En mi servicio como pastor y
consejero profesional, he notado que uno de los mayores causantes de los
conflictos conyugales, es el no comprender el diseño de Dios para el
matrimonio. Algo que parece tan obvio cuando predicamos sobre este tema, sigue
siendo ambiguo para más del ochenta por ciento de las parejas. Esto nos obliga
a reflexionar acerca de la necesidad de comprender cómo es un matrimonio a la
manera de Dios.
Veamos los
siguientes principios.
1.- Un matrimonio a la manera de Dios incluye conocer
el significado de la relación conyugal.
El matrimonio no es el fruto de un
acto impulsivo de Dios, pues todo lo que él hace tiene significado. La unión
matrimonial refleja la naturaleza relacional de Dios y su amor incondicional.
El hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios, para una
relación de amor recíproca y permanente. Esta es una de las razones por las
cuales Dios detesta el divorcio, pues tal decisión significa la ruptura de una
unión creada, primariamente, para representar el carácter personal de Dios.
2.- Un matrimonio a la manera de Dios incluye el
conocer el propósito de la relación conyugal.
En (Génesis
1:28) encontramos la orden: “Fructificad y
multiplicaos”; dos palabras que nos hablan de la procreación, pero
también de fructificar como personas y como matrimonio. Esta es una de las
razones por las cuales se nos ordena someternos el uno al otro en el temor de
Dios, y se nos explica cómo lograrlo (Efesios 5:21-33).
En el matrimonio deben coexistir el amor consagrado, la honra y el respeto mutuo;
si estos abundan, entonces se cumple el propósito de glorificar a Dios.
3.- Un matrimonio a la manera de
Dios incluye el conocer los beneficios de la relación conyugal.
Roberto y María pasaron la mayor
parte del tiempo quejándose el uno del otro.
Después de varios minutos, les pedí
que mencionaran por lo menos una cosa buena de su matrimonio. Esto fue un
ejercicio muy penoso para ambos, pues debido a la ceguera de la desafección, no
podían ver nada positivo. “No hay ningún beneficio en esta relación”, dijeron
al unísono. Sin embargo, luego aceptaron que aun no conocían el matrimonio
según Dios, y reconocieron que ahí radicaba el problema.
Algunos de
los beneficios divinos del matrimonio incluyen:
Ø El ensanchar nuestra relación con
Dios,
Ø El fructificar como individuos.
Ø Trabajar con nuestras diferencias
hasta lograr una relación armónica.
No hay nada mejor que el matrimonio
a la manera de Dios. Renunciemos a los mitos, tradiciones e interpretaciones
erróneas acerca del matrimonio y volvamos a su diseño original.
“Si Jehová no edificare la
casa, en vano trabajan los que la edifican.” (Salmo 127:1)
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