Saber cómo manejar con inteligencia la comunicación en
el matrimonio no es tan fácil como algunos creen, especialmente cuando cada uno
viene de un trasfondo distinto. Aprender a desarrollar una buena comunicación
es todo un arte...
Honestidad sin temores
Es importante que entendamos que el matrimonio crece a
partir de la intimidad. El fundamento para la intimidad física encuentra su
origen en la intimidad emocional, y esta se logra cuando poseemos capacidad
para comunicarnos afectivamente. Una pequeña prueba nos permitirá saber si
poseemos capacidad en esta área o no. Cuando su pareja le pide algo y usted
sabe que no puede hacerlo, ¿no se siente libre para decirle que no? Cuando
usted realiza algo que sabe debe comunicar a la otra persona, ¿le causa miedo
solo pensar en decirlo? ¿Tiene la sensación de que su pareja se siente
intimidada por usted, a tal punto que mide sus palabras a la hora de hablar? Si
usted contesta afirmativamente a alguna de estas preguntas es porque le falta
más intimidad emocional con la persona que ama.
La buena comunicación no se fundamenta en el temor ni
en la imposición de un criterio. La intimidad emocional genera confianza,
respeto y tolerancia. Esto propicia que aceptemos a la otra persona tal
cual es. No se trata de un sentimiento artificial, sino la capacidad de
comprensión basada en el afecto. Usualmente, no es fácil establecer una
comunicación basada en estos principios, especialmente si en nuestra formación
no se modeló este estilo.
Sin embargo, a medida que la pareja cultiva la
comunicación entre ambos y con Dios aprenderán a confiar el uno en el otro y
esto, a su vez, les permitirá ser más abiertos. La buena comunicación fluirá a
partir de que cada uno se sepa respetado, aceptado, amado y valorado.
Existen momentos en el matrimonio en los que sentimos
miedo, miedo a la reacción que tendrá la otra persona. Si usted padece de
miedo, debe enfrentarlo y comunicar esta sensación a su pareja. Sin embargo, no
comparta este temor en medio de un conflicto. Escoja un momento tranquilo, en
que pueda abrirse sin que interfieran las fuertes emociones que existen en una
situación de conflicto. Cuando usted abre su corazón para compartir estos
temores la intimidad emocional crece profundamente. Utilice frases como:
«Quiero que sepas que cuando elevas la voz un poco más yo tiendo a quedarme
callado y me siento anulado como persona». El solo hecho de que ella o él lo
exprese debiera mover al otro a decir: «lo siento».
El otro día dije algo que lastimó a mi esposa
Helen. Ella me confesó: «eso me duele, me parece que no es justo». Yo iba a
argumentar, porque ninguno de nosotros tiene intensión de herir o lastimar,
pero en ese momento pensé: si a ella le dolió, es suficiente para que yo busque
la forma de restaurar. Le dije, entonces: «perdón mi amor». No era el momento
de argumentar; no era el momento de justificar lo que dije. Frecuentemente nos
consideramos inocentes. Lo usual es pensar: ¡el otro es el que está equivocado!
La verdad, sin embargo, es que si ella se sintió lastimada, esta es razón
suficiente para que yo la restaure, porque ella es más importante que los
argumentos que tengo; y es crucial para ambos sanear la relación cuánto antes.
Esto es lo que produce verdadera intimidad. No tenga miedo de ser usted, de
expresarse.
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