¿Cómo es la fe del adolescente? Miguel Leitón, especialista en el programa para adolescentes Sin Excusas describe cómo los jóvenes buscan fórmulas, es parte de la etapa: se aprende sobre la vida y sobre el mundo por medio de la búsqueda de respuestas concretas. Es parte del proceso para encaminarnos hacia una espiritualidad madura y saludable, que nos motiva a creer que Dios busca una relación personal con sus hijos y sus hijas: una relación en la que exista entrega, convicción de que Él nos ama, certeza de que, en la medida en la que nos acerquemos a Dios –a través de hablar con Él, a través de leer la Biblia-, en esa medida podremos conocerlo más. Podremos descubrir Él ya se acercó a nosotros.
El fortalecimiento de la fe es imprescindible en la etapa maravillosa y volátil de la adolescencia. Hay un despertar a sensaciones nuevas, emociones distintas y muchas inquietudes. ¡Dios nos ha hecho con la capacidad de sentir y de experimentar cosas! En su trabajo con jóvenes, Miguel Leitón enfatiza como Dios mismo fue quien puso en nosotros la capacidad de “sentir bonito” cuando damos un beso; la capacidad de que un hombre pueda ver el cuerpo de una mujer y admirarlo; la capacidad de una mujer para ver el cuerpo de un hombre y admirarlo. ¡Dios mismo es el que nos da la capacidad de amar! ¿Cuál es el lugar de Dios en esta edad, ante el despertar de la sexualidad?
Leitón prosigue explicando como una fe sólida ayuda a los jóvenes a entender que hay dos formas de expresar la sexualidad: puede expresarse de acuerdo a lo que Dios quiere, por medio del respeto, la dignidad y la honestidad; o dejándose llevar por las pasiones humanas. Si un joven se deja llevar por las pasiones humanas, es posible que se meta en problemas. Esto puede ilustrarse con un ejemplo: si una persona va conduciendo por la carretera y ve un rótulo en el que se regula la velocidad, el rótulo no es un rótulo que va a “aburrir su vida”. Esa señal existe con el propósito de proteger a las personas. Así también Dios nos ha puesto señales para proteger nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.
Para empezar, la sexualidad no fue creada para sufrir. Dios hace la sexualidad para que los jóvenes, hombres y mujeres por igual, disfruten, pero que la disfruten dentro del marco que Él ha establecido, con las señales que nos ha dado. En las charlas de Sin Excusas, Leitón comparte como una señal que Dios nos dio para poder expresarnos plenamente, en forma física y emocional con entrega y deseo, es el matrimonio. Dios es tan bueno que nos dice: “¡Cuidado con ese beso!, ¡cuidado con esa caricia! …porque esa caricia es mejor que la expreses en el matrimonio.” Si un joven es atento a esas señales, va a disfrutar la sexualidad. Si no quiere respetar las señales, puede meterse en graves problemas. Y será su responsabilidad, las consecuencias no se le pueden atribuir a Dios.
Sexualidad y conductas de riesgo
Hablar de sexualidad es hablar de emociones, metas, inquietudes, miedos. Aunque podemos decir que la adolescencia va desde los 11, 12 años, hasta los 20, 21 años, cada edad es un universo en sí misma. No es lo mismo tomar decisiones sobre la sexualidad cuando el joven tiene 13 años, que cuando tiene 19 años. Según Leitón, lo primero que los muchachos necesitan tomar en cuenta es que hay situaciones que son de riesgo. Por ejemplo: fiestas, conciertos masivos, estar a solas con el novio o con la novia, ambientes en los que hay presencia de licor o presencia de drogas. Inclusive necesitamos criterio para identificar si hay un descontrol personal al estar con otra persona que nos atrae, -¿qué significa eso? Cuando, al estar con una persona atractiva, ambos quedan a merced de sus emociones.
Las fiestas, los conciertos y otros ambientes donde hay presión de grupo son espacios en los cuales cada uno de nosotros debe tomar decisiones, ¡decisiones muy importantes! Debemos tener muy claro que la diversión no tiene que estar relacionada con contactos sexuales o con actividades sexuales.
Al ir a una fiesta, se deben considerar varias recomendaciones, de acuerdo con Miguel Leitón y su experiencia como conferencista y orientador de jóvenes: los adolescentes necesitan tomar las propias decisiones antes de ir a la fiesta -“no voy a tomar licor, no voy a fumar, etc.”
Cuando actuamos de acuerdo con nuestros principios, aprendemos a desarrollar carácter y voluntad. Las dos van de la mano: carácter es entendido como la claridad personal y consistencia conductual, con respecto a las propias convicciones. La voluntad es la capacidad de decir “no” y “sí” cuando es pertinente y saber que estamos buscando hacer lo correcto: esto fortalece nuestra voluntad. La otra recomendación de Leitón consiste en que, una vez que los jóvenes estén en la fiesta, si las circunstancias amenazan con salirse de control, es huir o salir corriendo. Si vemos que hay una situación de peligro que se puede salir de control, es preferible que después nos digan miedoso durante cinco minutos, a quedar embarazados, sufrir una enfermedad, o llevarnos un susto inadecuado.
El noviazgo en la adolescencia
Un noviazgo debe desarrollarse en un marco de respeto, honestidad, y claridad con respecto a la forma en la que van a manejar lo sexual. No es recomendable que sea únicamente un “dejarse llevar por las emociones”. Si ambos saben que no es buena idea tener relaciones sexuales, es importante que puedan hablar sobre el tema, para decidir como cuidarse mutuamente ante el deseo y atracción que experimentan –estas emociones, en sí mismas, no son malas, pero requieren de voluntad para perseverar en las decisiones de su proyecto de vida-.
Una de las cosas que Leitón explica a los jóvenes es que existen espacios en los que los novios pueden disfrutar de algunos momentos a solas, pero la mayoría de los tiempos deben estar cerca de amigos o de familia: así también pueden conocerse mejor. Es prudente evitar lugares oscuros y caricias que provoquen descontrol. ¡Hay caricias que son mortales! También es importante medir el calor de los besos. Ahora bien, no se trata de basar el noviazgo en represión o en temor: si los novios no se dan caricias se están perdiendo de algo muy bonito. Lo que sí es necesario tomar en cuenta es que hay besos que pueden acelerar los procesos de excitación física, por lo que es mejor tener cuidado.
En esencia, prosigue Leitón, se trata de que los novios adolescentes puedan decir: “no somos invulnerables, a nosotros nos puede pasar algo. Podemos quedar embarazados, tener una enfermedad de transmisión sexual, estropear nuestro proyecto de vida, herir nuestros sentimientos o traernos abajo nuestra relación. Como a nosotros nos pueden pasar todas esas cosas, nos vamos a cuidar.” Es importante que, dentro del mismo noviazgo aprendan a tener límites. Si la otra persona no quiere respetar los límites de su pareja, entonces esa persona ya está diciendo mucho de él o de ella, al no respetar a su novio o novia, ni el futuro de la relación. Esas personas es mejor perderlas que encontrarlas.
Creciendo como adolescentes “normales”
No debemos olvidar los riesgos presentes y concretos de embarazos y enfermedades de transmisión sexual. Hay muchachos que creen que no les va a pasar nada al tener experiencias sexuales prematuras. Se dejan llevar por mitos, como por ejemplo, el mito que dice que en la primera relación sexual la mujer no puede quedar embarazada. ¡Mentira! La primera vez, la mujer sí puede quedar embarazada. O el mito que dice que la sexualidad activa es una necesidad biológica y si no se da, las personas se vuelven locas. Estos mitos son riesgos para los jóvenes, si tenemos en consideración el gran deseo de los adolescentes de “ser normales”.
En la adolescencia buscamos forjar nuestra identidad y hay un fuerte deseo de “ser normal”. Si los muchachos entendieran “ser normal” como “estar bien” o “desarrollarse saludablemente”, en lugar de “complacer a los otros” o “hacer lo que hace la mayoría”, no se sentirían tan presionados para hacer cosas que les pueden hacer daño. En diversas ocasiones, Miguel Leitón ha expresado a audiencias adolescentes que lo que todo el mundo hace no siempre es normal. Si entendemos lo “normal” como “ser una persona segura, integral y feliz”, entonces –contrario a lo que muchos piensan-, ser normal sería equivalente a llevar nuestra vida de forma que agrademos a Dios. Una persona que está bien, en su mente, en su cuerpo y en su espíritu, busca agradar a su Creador; respetar a las personas que le aman y que buscan su bienestar, y desarrollarse en ambientes en los que pueda crecer sanamente como hombre o como mujer. La adolescencia es la búsqueda de respuestas concretas. En lo que se refiere a sexualidad, la respuesta concreta se llama “proyecto de vida”; en lo que se refiere a fe, la respuesta concreta es: “Dios siempre ha estado a tu lado, sólo espera que te vuelvas y mires su rostro”.
El fortalecimiento de la fe es imprescindible en la etapa maravillosa y volátil de la adolescencia. Hay un despertar a sensaciones nuevas, emociones distintas y muchas inquietudes. ¡Dios nos ha hecho con la capacidad de sentir y de experimentar cosas! En su trabajo con jóvenes, Miguel Leitón enfatiza como Dios mismo fue quien puso en nosotros la capacidad de “sentir bonito” cuando damos un beso; la capacidad de que un hombre pueda ver el cuerpo de una mujer y admirarlo; la capacidad de una mujer para ver el cuerpo de un hombre y admirarlo. ¡Dios mismo es el que nos da la capacidad de amar! ¿Cuál es el lugar de Dios en esta edad, ante el despertar de la sexualidad?
Leitón prosigue explicando como una fe sólida ayuda a los jóvenes a entender que hay dos formas de expresar la sexualidad: puede expresarse de acuerdo a lo que Dios quiere, por medio del respeto, la dignidad y la honestidad; o dejándose llevar por las pasiones humanas. Si un joven se deja llevar por las pasiones humanas, es posible que se meta en problemas. Esto puede ilustrarse con un ejemplo: si una persona va conduciendo por la carretera y ve un rótulo en el que se regula la velocidad, el rótulo no es un rótulo que va a “aburrir su vida”. Esa señal existe con el propósito de proteger a las personas. Así también Dios nos ha puesto señales para proteger nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu.
Para empezar, la sexualidad no fue creada para sufrir. Dios hace la sexualidad para que los jóvenes, hombres y mujeres por igual, disfruten, pero que la disfruten dentro del marco que Él ha establecido, con las señales que nos ha dado. En las charlas de Sin Excusas, Leitón comparte como una señal que Dios nos dio para poder expresarnos plenamente, en forma física y emocional con entrega y deseo, es el matrimonio. Dios es tan bueno que nos dice: “¡Cuidado con ese beso!, ¡cuidado con esa caricia! …porque esa caricia es mejor que la expreses en el matrimonio.” Si un joven es atento a esas señales, va a disfrutar la sexualidad. Si no quiere respetar las señales, puede meterse en graves problemas. Y será su responsabilidad, las consecuencias no se le pueden atribuir a Dios.
Sexualidad y conductas de riesgo
Hablar de sexualidad es hablar de emociones, metas, inquietudes, miedos. Aunque podemos decir que la adolescencia va desde los 11, 12 años, hasta los 20, 21 años, cada edad es un universo en sí misma. No es lo mismo tomar decisiones sobre la sexualidad cuando el joven tiene 13 años, que cuando tiene 19 años. Según Leitón, lo primero que los muchachos necesitan tomar en cuenta es que hay situaciones que son de riesgo. Por ejemplo: fiestas, conciertos masivos, estar a solas con el novio o con la novia, ambientes en los que hay presencia de licor o presencia de drogas. Inclusive necesitamos criterio para identificar si hay un descontrol personal al estar con otra persona que nos atrae, -¿qué significa eso? Cuando, al estar con una persona atractiva, ambos quedan a merced de sus emociones.
Las fiestas, los conciertos y otros ambientes donde hay presión de grupo son espacios en los cuales cada uno de nosotros debe tomar decisiones, ¡decisiones muy importantes! Debemos tener muy claro que la diversión no tiene que estar relacionada con contactos sexuales o con actividades sexuales.
Al ir a una fiesta, se deben considerar varias recomendaciones, de acuerdo con Miguel Leitón y su experiencia como conferencista y orientador de jóvenes: los adolescentes necesitan tomar las propias decisiones antes de ir a la fiesta -“no voy a tomar licor, no voy a fumar, etc.”
Cuando actuamos de acuerdo con nuestros principios, aprendemos a desarrollar carácter y voluntad. Las dos van de la mano: carácter es entendido como la claridad personal y consistencia conductual, con respecto a las propias convicciones. La voluntad es la capacidad de decir “no” y “sí” cuando es pertinente y saber que estamos buscando hacer lo correcto: esto fortalece nuestra voluntad. La otra recomendación de Leitón consiste en que, una vez que los jóvenes estén en la fiesta, si las circunstancias amenazan con salirse de control, es huir o salir corriendo. Si vemos que hay una situación de peligro que se puede salir de control, es preferible que después nos digan miedoso durante cinco minutos, a quedar embarazados, sufrir una enfermedad, o llevarnos un susto inadecuado.
El noviazgo en la adolescencia
Un noviazgo debe desarrollarse en un marco de respeto, honestidad, y claridad con respecto a la forma en la que van a manejar lo sexual. No es recomendable que sea únicamente un “dejarse llevar por las emociones”. Si ambos saben que no es buena idea tener relaciones sexuales, es importante que puedan hablar sobre el tema, para decidir como cuidarse mutuamente ante el deseo y atracción que experimentan –estas emociones, en sí mismas, no son malas, pero requieren de voluntad para perseverar en las decisiones de su proyecto de vida-.
Una de las cosas que Leitón explica a los jóvenes es que existen espacios en los que los novios pueden disfrutar de algunos momentos a solas, pero la mayoría de los tiempos deben estar cerca de amigos o de familia: así también pueden conocerse mejor. Es prudente evitar lugares oscuros y caricias que provoquen descontrol. ¡Hay caricias que son mortales! También es importante medir el calor de los besos. Ahora bien, no se trata de basar el noviazgo en represión o en temor: si los novios no se dan caricias se están perdiendo de algo muy bonito. Lo que sí es necesario tomar en cuenta es que hay besos que pueden acelerar los procesos de excitación física, por lo que es mejor tener cuidado.
En esencia, prosigue Leitón, se trata de que los novios adolescentes puedan decir: “no somos invulnerables, a nosotros nos puede pasar algo. Podemos quedar embarazados, tener una enfermedad de transmisión sexual, estropear nuestro proyecto de vida, herir nuestros sentimientos o traernos abajo nuestra relación. Como a nosotros nos pueden pasar todas esas cosas, nos vamos a cuidar.” Es importante que, dentro del mismo noviazgo aprendan a tener límites. Si la otra persona no quiere respetar los límites de su pareja, entonces esa persona ya está diciendo mucho de él o de ella, al no respetar a su novio o novia, ni el futuro de la relación. Esas personas es mejor perderlas que encontrarlas.
Creciendo como adolescentes “normales”
No debemos olvidar los riesgos presentes y concretos de embarazos y enfermedades de transmisión sexual. Hay muchachos que creen que no les va a pasar nada al tener experiencias sexuales prematuras. Se dejan llevar por mitos, como por ejemplo, el mito que dice que en la primera relación sexual la mujer no puede quedar embarazada. ¡Mentira! La primera vez, la mujer sí puede quedar embarazada. O el mito que dice que la sexualidad activa es una necesidad biológica y si no se da, las personas se vuelven locas. Estos mitos son riesgos para los jóvenes, si tenemos en consideración el gran deseo de los adolescentes de “ser normales”.
En la adolescencia buscamos forjar nuestra identidad y hay un fuerte deseo de “ser normal”. Si los muchachos entendieran “ser normal” como “estar bien” o “desarrollarse saludablemente”, en lugar de “complacer a los otros” o “hacer lo que hace la mayoría”, no se sentirían tan presionados para hacer cosas que les pueden hacer daño. En diversas ocasiones, Miguel Leitón ha expresado a audiencias adolescentes que lo que todo el mundo hace no siempre es normal. Si entendemos lo “normal” como “ser una persona segura, integral y feliz”, entonces –contrario a lo que muchos piensan-, ser normal sería equivalente a llevar nuestra vida de forma que agrademos a Dios. Una persona que está bien, en su mente, en su cuerpo y en su espíritu, busca agradar a su Creador; respetar a las personas que le aman y que buscan su bienestar, y desarrollarse en ambientes en los que pueda crecer sanamente como hombre o como mujer. La adolescencia es la búsqueda de respuestas concretas. En lo que se refiere a sexualidad, la respuesta concreta se llama “proyecto de vida”; en lo que se refiere a fe, la respuesta concreta es: “Dios siempre ha estado a tu lado, sólo espera que te vuelvas y mires su rostro”.
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