Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

Versículo del día

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domingo, 30 de diciembre de 2012

Las cuatro estaciones del matrimonio - El Invierno, Por: Sixto Porras


El invierto es duro, tormentoso y requiere ser anticipado.
El invierno, se caracteriza por emociones como el dolor, el enojo, el desaliento, la soledad, la frustración, el rechazo, y actitudes violentas y destructivas, termina con la cercanía y llena a la pareja de amargura. En esta estación muchas parejas se disuelven. 
El invierno puede ser intenso, con lluvias torrenciales que tienen la capacidad de destruir en cuestión de días, por eso debe ser anticipado. Hay que limpiar los desagües, tapar las goteras, prepararnos para las lluvias con viento y sobre todo, ser preventivos con las tormentas.
En el invierno hay desprendimiento, por lo tanto las personas han alcanzado la auténtica realización del ser. Los dos se conocen a la perfección, y saben cómo van a responder ante las crisis. Casi pueden repetir de memoria los diálogos que les han identificado por años. Por esto, es indispensable conocer la regla del paso de los años. Los años acentúan las cosas, y las hacen intensas. Por todo esto, lo que hay que cambiar debe lograrse antes del invierno, porque en el invierno, las personas son como son.
El invierno es íntimo, porque hace que las personas se encuentren para protegerse mutuamente, y calentarse el uno con el otro, es místico y el amor se vuelve más verde que nunca. Lo seco se marchita, para dar paso a un verde intenso, el invierno está lleno de vida porque la lluvia a llegado para rociar de fuerza los campos.

¿Cómo es el invierno matrimonial?
En el invierno del matrimonio, las personas de vuelven reflexivas, y saben que los últimos años han llegado. Es una época de recuento y hay momentos donde quisieran devolverse en el tiempo para vivir lo que piensan que debieron haber experimentado.
Es el tiempo de la adultez matrimonial, donde hay integración, pero a la vez existe un sentimiento de desesperación, por las cosas que sienten que les falta por vivir.
Llegó el momento de vivir sin resentimiento ni amargura, porque ya no hay tiempo para esperar el cambio, ahora simplemente somos.
Es el tiempo de hacer las paces, porque nos sabemos defectuosos y gastados en cuanto a lo físico, pero llenos de vida en el espíritu. Por eso, la adultez no es un enemigo, puede ser el mejor momento para vivir plenamente nuestra vida. Ahora lo valioso ya no cuesta tanto; apreciar ver el atardecer tomados de la mano. Caminar en un parque y mil cosas más.
Entre más temprano entremos a un estado de conciencia, donde valoremos a plenitud lo que somos y tenemos, la vida podría volverse más plena y feliz.
Se requiere fuerza y mucha paz para vivir la edad adulta, porque es la época de las pérdidas, se pierde la salud, la memoria, los aplausos de ayer, y las energías. Se comienzan a perder los seres queridos y toda pérdida es dolorosa.
El invierno es bello porque está lleno de recuerdos y estos llenan de alegría el corazón. El invierno es una época de contemplación. 

¿Qué características tiene el invierno matrimonial?
1- Llegó el momento de la menopausia y de la andropausia, no sólo en lo biológico, sino también en lo psicológico. Si la vida ha sido disfrutada y se ha anticipado el invierno, la vida sigue casi normal. Pero si la vida ha sido un conflicto permanente, podría el cónyuge convertirse en una persona fría, irritable y también indiferente. El hombre experimenta un declive en su virilidad. Pero antes de darse este declive, el hombre podría pasar su última crisis. Es así como vemos a hombres buenos toda su vida experimentar una extraña aventura extramatrimonial. Por eso, si el matrimonio está viviendo una crisis de indiferencia en ese momento, podría ser combustible para empujar al hombre a justificar su actitud irresponsable.

2- Renacerá el amor. Si el matrimonio está experimentando una armonía plena, vencerá con facilidad las dificultades propias de este momento, porque prevalece el compromiso y la cordura de la madurez.

3- Los mejores amigos. Es el tiempo lo que convierte al matrimonio en los mejores amigos, suelen compartir de forma natural la ternura, el halago y las conversaciones se vuelven intensas. Así mismo surge el silencio reflexivo, ahora parece que no tienen mucho que decir para sentirse bien el uno con el otro, ellos simplemente son amigos. Es un amor reposado, sereno, complaciente y contemplativo.

4- Son uno. La cereza del amor, es entonces cuando la relación es totalmente fuerte, es una unidad conquistada con el tiempo. Sí, el amor es trabajo, perseverancia, y ahora reposa, porque se saben uno. La armonía es profunda y experimentan paz el uno con el otro. Los hijos han crecido, las crisis se han superado, las vidas se han fundido.

5- Viven pacientemente juntos. Se saben llevar, la ternura se multiplica, se extrañan, y se encuentran. Es el principio del fin y ambos lo saben, por eso, se toman de la mano y se acarician. El tiempo es limitado y ambos lo presienten. El amor maduro es una victoria, solo los héroes lo experimentan, han superado las crisis y están juntos. El amor ganó.

6- El amor ahora es caridad. La caridad es la forma más pura del amor, es desinteresado, y completamente generoso. Ahora el amor no es una aspiración, ahora es real, porque es auténtico, genuino, inocente y sin engaños. Estamos juntos y eso es lo importante. Ahora nos amamos. 

Conclusión
Cada una de estas estaciones tiene oportunidades de crecimiento para los dos, y siempre tenemos la oportunidad de anticipar los momentos difíciles, y extender las buenas estaciones de la vida.
Algunas estrategias que nos pueden ayudar a aprovechar mejor el momento que vivimos y a mantenernos por mucho tiempo en las mejores estaciones del matrimonio podrían ser:

1- Conviértase en alguien con quien sea agradable vivir.
2- Pida perdón por los errores del pasado.
3- Identifique el lado positivo de su cónyuge.
4- Aprenda a comunicar amor en el lenguaje de su cónyuge.
5- Desarrolle el arte de escuchar.
6- Ayude a su cónyuge a alcanzar el éxito personal.
7- Descubra y acepte positivamente las diferencias.
8- Decida ser una influencia positiva para su cónyuge.

Cuando nos ponemos a reflexionar sobre el amor, existe siempre un peligro: la idealización, tratándolo como si fuese una especie de ensueño. Tal actitud no sirve de nada. El amor es una realidad, no un sueño. El amor no debe ser soñado, sino vivido. Y la vida es crecimiento constante, conocimiento mutuo. Este crecimiento se realiza en el tiempo. Y en el tiempo hay primavera, verano, otoño e invierno. Cada estación es necesaria para que el amor madure y crezca. El amor que no crece, tiende a morir y se vuelve indiferente.
El amor requiere ser sembrado, regado, limpiado, madurar, para ser cosechado y disfrutar los frutos. Definitivamente el amor requiere de las diferentes estaciones para desarrollarse. Si el amor no se cuida con detalles y perseverancia, tiende a secarse y lentamente muere.
El amor, al caminar por el tiempo experimenta transformaciones, porque al igual que todo, nace, crece, madura y envejece. Por eso decimos que el matrimonio que se ama, no siempre se amará de la misma manera. Existen sueños, avances y retrocesos, momentos de crisis y de reconciliación, viven en tensión y también en una gran calma. Esto impone a los matrimonios a no descuidar la relación para anticipar los momentos críticos.
¿Cuál de las cuatro estaciones es la mejor? Cada estación tiene su propio encanto y su razón de ser. Todos tenemos que pasar por las cuatro estaciones para alcanzar la madurez en el arte de amar.
En la primavera, el amor es tierno y lleno de sueños, es la aurora del amor. Aquí nace la ilusión.
En el verano, el sol sale para el amor, es tiempo de bondad, paciencia, respeto, ayuda mutua, entrega y sacrificio. Es el medio día del amor.
En el otoño  se caen las hojas y el amor se desprende de todo para vivir un amor lleno de reflexión, es un tiempo de interiorización, es clave y definitivo. Casi es un amor a solas conmigo mismo. Es un amor maduro, y sereno. Es un tiempo donde el fruto está maduro y listo para ser triturado y experimentar transformación.
Es en el otoño donde se recoge lo que se sembró en la primavera y se limpió en el verano.
Es en el invierno, donde el amor pasa por el desgaste del tiempo, surgen las enfermedades físicas, pero el alma cobra una belleza profunda. Se han superado las principales crisis; la desilusión, el silencio que castiga y la indiferencia. Por eso se dice que es en el invierno donde se celebra la victoria del amor y surgen los frutos propios del amor; paz, gozo, serenidad y generosidad.
Dios nos conceda vivir un amor que madura con el tiempo. Un amor lleno de esperanza, disfrute y calma.

Bibliografía
Dr. Gary Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Las cuatro estaciones del matrimonio - El Otoño, Por: Sixto Porras


En el otoño los días se acortan, las temperaturas bajan y aparecen vientos y lluvias. Las hojas de los árboles se tornan amarillentas hasta que se secan y caen al suelo cubriendo los campos de hojas secas.
El otoño tiene el encanto de ser melancólico. El panorama nos ofrece un color ocre encendido que nos vuelve reflexivos.
El otoño es una época de transición, porque comienzan los preparativos para el invierto, se busca la ropa abrigada, y la leña para el fuego.
El otoño llega con el resentimiento, la sensación de no ser aceptado y el desánimo. La pareja se siente insegura y preocupada por su matrimonio, pero al mismo tiempo lo descuida y no enfrenta los problemas. Aquí comienza el distanciamiento y la clara sensación de que algo anda mal, aunque no puedan identificar qué exactamente.

¿Cómo es el otoño matrimonial?
1. Es un amor nostálgico. Han pasado los años, ahora tenemos unos diez años o más de estar juntos. Es un amor que ya tiene recuerdos, y por lo tanto comienza a vivir de lo que han experimentado en el pasado. Se recuerdan las crisis del pasado y también las ilusiones de la primavera. El tiempo ahora se convierte en aliado, porque está lleno de recuerdos.

2. El amor maduró con el tiempo. La luz ya no es fuerte y tampoco intensa. Ya no está el brillo de la juventud, y han aprendido a convivir, lo que les permite entrar a la madurez de la relación. Ambos se saben ellos mismos, están disfrutando las fuerzas de la mediana edad y la experiencia del tiempo vivido.
Las fuerzas comienzan a menguar, pero el amor se ha hecho fuerte. Ahora saben enfrentar las crisis sin heridas profundas y sin grandes períodos de silencio. Las cosas ya no tienen el mismo efecto, ahora parece que conocemos mejor a nuestro cónyuge.
Se han caído las hojas secas del egoísmo y de las emociones inmaduras. Ahora la relación es más firme y sólida. El amor ha madurado, y hay más resistencia.

3. El matrimonio ha llegado a la mitad de la vida. Son los años más bellos de la vida en matrimonio, ambos son felices, y no es fantasía, se ha aprendido a manejar en función de lo cotidiano. Si en la primavera creíamos haber descubierto el amor porque teníamos planes y sueños, en el otoño del matrimonio se es feliz, simplemente disfrutamos estar juntos. La felicidad, el amor y la vida se han vuelto una sola cosa.

4. El matrimonio disminuye el paso. La rapidez da paso a la estación madura, donde surgen las virtudes de la sabiduría, el buen juicio, la compasión, y surge el espacio personal.

5. La crisis, la indiferencia. Si en la estación anterior el matrimonio no fue capaz de superar las crisis de la desilusión y el silencio, en el otoño podría surgir la peor de las crisis, la de la indiferencia. Con el paso del tiempo si las crisis no se han superado, el amor podría paralizarse, o bien, podría morir.
La primera de las crisis fue la desilusión, después los fuertes conflictos, más tarde el silencio, el conformismo y para esta altura el amor se convirtió en rutina, si estas crisis no se superan surge la madres de las crisis, la indiferencia. Viven juntos pero están distantes, ya no tienen contacto significativo y se han desinteresado el uno del otro. La relación ha perdido significado. Saben aparentar, por amor a los hijos, o bien por conveniencia, pero el vínculo está roto, no son ya una unidad. 

6. El momento fatídico, la infidelidad y la ruptura. Es en medio de la frialdad de la relación que surge alguien que escucha y hace que surja la ilusión del romanticismo perdido en el matrimonio. Esto se da porque se sienten hambrientos de afectividad. Ahora hay lugar para un nuevo amor, más sensual y seductor, y alimentado por la frialdad del matrimonio. Es aquí donde el matrimonio podría separarse producto de la infidelidad, y la vida en casa se torna en un caso lleno de dolor.
El tiempo ha gastado la relación y en vez de unirlos el amor ha desaparecido; los detalles, las atenciones, el cuidado mutuo, la tolerancia, el respeto y las expresiones afectivas. La pareja ha matado el amor.

7. Evite el fracaso matrimonial. Para esto deben vencer las crisis, rompiendo la rutina y la indiferencia. Es indispensable que inviertan tiempo en recuperar la relación, tomen tiempo para salir juntos, sean creativos para volver a descubrirse. Elabore una lista de las virtudes que identifican a su cónyuge. Sea consciente de lo que perdería si la relación se terminara. Esto le ayudará a valorar lo que han construido juntos. Es cierto que podrían estar cansados el uno del otro, de la rutina y de la indiferencia. Por eso deben hacer un alto para valorar lo que está en juego y recuperar la ilusión del matrimonio. Es indispensable buscar ayuda profesional.

Bibliografía
Dr. Gary Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Las cuatro estaciones del matrimonio - El Verano, Por: Sixto Porras


El verano es energético, lleno de un sol resplandeciente, todos estamos alegres y activos. El aire es caliente y el día nos invita a vivir la vida a plenitud. Es una época de fiestas y apto para salir a pasear.
En el verano los matrimonios están llenos de optimismo; la felicidad, la satisfacción, la gratitud y la confianza son una constante. Lograron concretar los sueños de la primavera y han aceptando sus diferencias, se sienten cada vez más unidos.
El verano está lleno de bellos atardeceres que despiertan la ilusión. Pero también el verano es seco, y el calor intenso, el polvo se levanta y las plantas se marchitan. Algunos días el calor parece asfixiante.


Características del verano matrimonial
1. El verano consolida el matrimonio, porque permite ver el verdadero yo de cada uno. El calor de la convivencia revela el verdadero ser de ambos, se conocen costumbres, y los diferentes estados de ánimo. Se conocen cuerpo y alma, la cotidianidad de la convivencia revela la personalidad de cada uno. Esto establece el fundamento del verdadero amor. Donde no solo es emoción, o entusiasmo, sino cooperación, tolerancia, disculpas y esfuerzo. Hay menos euforia, y más paciencia recíproca.
Es el verano del matrimonio lo que conduce a la madurez del amor.

2. El mutuo conocimiento ayuda a evitar los roses, ahora nos conocemos mejor. Los reclamos dan paso a la aceptación.  Posiblemente ya están los hijos, y esto nos conduce a la cooperación y a distribuirnos las responsabilidades del hogar. Ahora nos ayudamos, y construimos juntos.

3. La vida en común consolida el matrimonio. Casi parece sencillo, pero ha sido labrado con el tiempo y esfuerzo.

4. Aunque aun el amor es joven, el verano hace madurar, y hace fuerte la relación. Sabemos que somos diferentes y aun así nos aceptamos y amamos. Lo que nos parecía gracioso de la primavera, y luego nos incomodaba, ahora se acepta como tal. No hay mucha euforia, pero sí amor que ha comenzado a madurar.

5. La crisis del silencio. Luego de superar la crisis de la desilusión aparece la del silencio. El peligro en el verano matrimonial es el silencio producido por el cansancio y sobre todo, se da por el distanciamiento generado por la desilusión. Es un tiempo donde se debe avanzar el uno hacia el otro, en vez de correr en la dirección opuesta. La desilusión es un enemigo peligroso que debe superarse con diálogo y aceptación mutua. Si no se supera la crisis del silencio se podría caer en la insensibilidad.

6. Si el silencio no se supera el matrimonio podría caer en parálisis. El paso de los años lleva a la costumbre, al aburrimiento, al retroceso, a un estancamiento que le roba el dinamismo que el matrimonio debe tener. El matrimonio pierde movimiento y podría congelarse en la parálisis del aislamiento recíproco. Esto es peligroso y tiene que ser superado.

7. El gran reto es, vencer el tiempo. Si el silencio, y el aislamiento  se supera, podría darse un reencuentro que conduce a la madurez. Para que el matrimonio sobreviva debe superar la barrera del tiempo, la pareja debe permanecer junta en las buenas y en las malas.

Bibliografía
Dr. Gary Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Las cuatro estaciones del matrimonio - La Primavera, Por: Sixto Porras


Todo matrimonio está en constante cambio. Dependiendo de las emociones, actitudes y decisiones que prevalezcan, una relación matrimonial puede encontrarse en la primavera, el verano, el otoño o bien el invierno. Lo importante es distinguir las claves para identificar en qué estación se encuentra nuestro matrimonio y tomar acción para hacerlo crecer sin importar qué momento esté viviendo.
Los matrimonios están constantemente experimentando un estado de cambio, moviéndose de continuo de una estación a otra, diferente a las estaciones a la naturaleza, donde éstas tienen un orden establecido.
Algunas veces nos encontramos en invierno, desalentados, separados e insatisfechos; otras veces experimentamos la primavera, con su frescura, esperanza y anticipación. En otras ocasiones nos deleitamos en el sol del verano, y estamos cómodos, tranquilos, disfrutando de la vida. Y luego llega el otoño con su incertidumbre, negligencia y temores. El ciclo se repite muchas veces a través de la vida de un matrimonio, igual que las estaciones se repiten en la naturaleza.
La meta es descubrir en qué estación se encuentra nuestro matrimonio, para ayudarnos a salir de la inestabilidad del otoño o de la soledad y frialdad del invierno para llegar a la esperanza de la primavera y a la intimidad del verano.
Es inevitable que en el matrimonio experimentemos las circunstancias propias de las diferentes etapas, como la frialdad del infierno, pero podemos sacarle mucho provecho si aprendemos a anticipar cada estación y nos preparamos de la mejor manera para vivir siempre un excelente verano y una gran primavera. Las estaciones del matrimonio llegan y se marchan, pero cada una tiene sus propios desafíos.

La primavera
En la primavera la temperatura es cálida, la vegetación florece y la luz del sol es intensa. Es una estación llena de vida, color y luz. Es la estación donde muchas especies se reproducen, y las mariposas extienden sus alas. Todos celebran la primavera.

¿Cuáles son los síntomas de la estación primaveral? Los árboles comienzan a florecer, los pájaros a cantar, el sol alegra nuestro día. La primavera nos ofrece mañanas suaves, mediodías de ensueño, tardes apacibles y noches refrescantes, serenas, y claras. La luna llena brilla en un cielo lleno de  estrellas.
La primavera es la estación de los nuevos comienzos. Está llena de entusiasmo y esperanza hacia el futuro; planear, comunicarse, buscar ayuda y expresar amor y gratitud son actitudes que la caracterizan.
La primavera es la estación siempre deseada, después de un invierno tal vez crudo e implacable. La primavera lo alegra todo, y es esperada. En la primavera todo es ensueño, alegría, felicidad y proyectos. Las plantas florecen.
Es el amor fresco, todavía inmaduro, lleno de rocío, de ilusiones, es la estación del entusiasmo de los primeros años de matrimonio. Es un amor todavía hecho capullo que no ha abierto su flor. Es un amor de ensueño, y de belleza. Es un amor que no ha recibido todavía los soles fuertes del verano, ni el granizo, ni tempestades del otoño, ni las heladas del invierno. Es un amor tierno, naciente y por lo tanto emocional y aun frágil. Tiene como meta crecer y fortalecerse con el tiempo. Pero para esto deben llegar las otras estaciones.
Es un amor donde nos estamos descubriendo. En esos primeros años ambos, el esposo y la esposa, descubren juntos un universo nuevo, con la ternura propia del comienzo, pero quizá demasiado fácil.
En la primavera del matrimonio, el amor está apenas estrenándose, la ternura en gestos y palabras está abriéndose camino, no ha tenido tiempo de contaminarse ni de ser lastimado.

Características de la primavera matrimonial
1. Florece el amor. Son los años donde comienza a florecer el amor, el ambiente se llena de ilusión y surge el aroma perfumado de la pasión. Podría llegar el primer hijo y se escucha la alegría de las sonrisas en toda la casa.

2. Es un tiempo donde el “yo”, da paso al “nosotros”. Las cosas son nuestras. Aprendemos a compartir responsabilidades en el hogar y surge el espíritu de cooperación. Es una época de sueños compartidos y de proyectos por realizar.

3. Nos comunicamos a partir de la ternura, el afecto y la suavidad de la consideración. Es un tiempo para descubrirnos, acercarnos y comunicarnos con ingenuidad y calidez. Es un momento para aceptarnos tal cual. Surge la disculpa amable y la sonrisa inocente. Es un momento donde el sentimiento se expresa físicamente con besos, abrazos y caricias espontáneas.

4. Euforia romántica. Los primeros días, semanas y meses evidencian una época de euforia romántica. La pareja se busca y se encuentran en el beso y el abrazo. Se complementan fácilmente y los conflictos son mínimos. Al ser todo nuevo, aun no surge la rutina, simplemente nos estamos conociendo íntimamente.
Aun no surgen las diferencias fuertes y los pleitos acalorados. El amor está naciendo.
La pareja está ocupada en construir sus sueños, la esperanza es el combustible. El amor en la primavera es generoso, suave y parece fácil.

5. La primer crisis, la desilusión. Es al finalizar la primavera cuando aparece la primera crisis, y surge la desilusión. Esto podría darse en cualquier momento pero generalmente surge al segundo o tercer año del matrimonio.
La cercanía, las fricciones, la costumbre y las diferencias comienzan a en causar el matrimonio hacia la madurez. La idealización del noviazgo y la ilusión de los primeros meses da paso a la primera crisis que lleva a la desilusión. Es la convivencia diaria, los roses, las diferencia, el cansancio y la rutina los que comienzan a minar la ilusión.
El noviazgo genera una imagen distorsionada del amor, porque se idealiza la pareja y la convivencia. La convivencia revela lo que somos en lo íntimo, las costumbres y los hábitos.
De repente, comienza a hacer calor en el matrimonio, se aproxima el sol fuerte de la dificultad, surge el cansancio del trabajo de la casa, el agotamiento en la crianza de los niños. La familia del cónyuge interfiere en la vida matrimonial. Las deudas hay que comenzar a pagarlas y la ilusión comienza a desvanecerse.

Recomendaciones prácticas:
1. Comience el matrimonio con esta decisión: “Decido hacerte feliz”. Y nunca piense: “Quiero que me hagas feliz”. Sólo así el amor podrá prevalecer a pesar de la rutina, la desilusión, y las diferencias.
2. Tenga claro lo siguiente: “Nadie puede llenar plenamente mi vida”. Mi cónyuge puede compartir lo que tiene, pero no puede darme lo que no tiene. Además, nadie es perfecto. Por otro lado, la conquista de la felicidad es un reto personal y es intransferible.
Nadie está en la capacidad de llenar plenamente a otra persona. Por eso, no debemos tener demasiadas expectativas, si las tenemos, la desilusión puede ser muy fuerte y podría lastimar la relación.
La meta a perseguir es, “construyamos juntos el matrimonio, hasta lograr una relación estable y llena de amor.”
3. “Hagamos prevalecer la ternura”. Esta debe dosificarse para que no empalague. La ternura es elegancia, suavidad, cortesía, gentiliza. Sin ternura podríamos caer en la rutina, y la rutina lleva a la desilusión.
Sin ternura se puede caer en la apatía, el descuido personal, y la desatención. La ternura se expresa con cariño diario.

Bibliografía
Dr. Gary Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Buen Padre


Ama a tu Esposa
El verdadero amor no es un sentimiento; es una decisión. Amar es la voluntad de ser paciente, amable, humilde, halagüeño, caritativo, fiel y confiado. Cuando te comprometes a amar a tu esposa de esta manera, tus sentimientos por ella y los de ella por ti llegarán por añadidura. Amar a tu esposa activamente fortalecerá radicalmente tu matrimonio y también será increíblemente beneficioso para tus hijos. La fuente principal de seguridad para los niños es saber que su padre ama a su madre y que está firmemente dedicado a procurar el bienestar de ella.

Pasa Tiempo con tus Hijos
Lo que decides hacer con tu tiempo refleja aquello a lo que das importancia. Si valoras a tus hijos, querrás estar con ellos. No tienes que esperar el momento perfecto. No tiene que ser cuando estés de vacaciones o una de esas tardes que no tienes trabajo. En vez de esperar, aprovecha esos ratitos que surgen a lo largo del día. Entre un compromiso y otro, llama a tus hijos para saludarlos; envíales un mensaje por correo electrónico, lee con ellos antes de que se vayan a dormir; saca unos minutos para ayudarlos con sus deberes de la escuela; desayuna con ellos y llévalos a la escuela. Captura cada momento que puedas pasar con tus hijos.

Sé un Modelo de Conducta
Es imposible subestimar la importancia de que un padre modele el tipo de conducta que desea ver en sus hijos. Los modelos no solo mencionan lo que un hombre honorable debe hacer, predican con el ejemplo. Un buen punto de comienzo es ser consecuente. ¿Cumples tu palabra? ¿Respaldas lo que está correcto, aunque te cueste? ¿Eres confiable? ¿Eres leal en tus relaciones? Compórtate como quieres que tus hijos se comporten.

Comprende a tus Hijos y Disfruta su Compañía
Al igual que tú, cada niño tiene un ADN único, huellas únicas y personalidad única. Para ser el mejor padre posible necesitas comprender a tus hijos como individuos. ¿Qué piensan tus hijos? ¿Qué les gusta o les disgusta? También deberás saber qué es lo que más necesita de ti cada uno de ellos. Es posible que uno necesite estímulo, mientras que del otro conseguirás más si te muestras afectuoso. Esta comprensión crucial la adquirirás solamente si te comprometes a llegar a conocerlos. Por otra parte, recuerda que tus hijos crecen rápido; sencillamente, disfruta de su compañía. No te apures por verlos llegar a la próxima etapa de su desarrollo. Diviértete con ellos y crea recuerdos para toda la vida.

Expresa tu Cariño
Los niños ansían tener un lugar seguro dentro de este mundo acelerado. Ese refugio lo encuentran más a menudo en el tibio abrazo de uno de sus progenitores.
A medida que crecen también crece su necesidad de ser aceptados y de experimentar un sentido de pertenencia. Esa necesidad se satisface cuando un padre ofrece un abrazo
o una palabra amable y expresa su valoración y su amor. Pero las muestras de afecto no tienen por qué detenerse ahí. Asegúrate de decir “Te amo” todos los días.

Asegura el Futuro Financiero de tu Familia
La tensión que crea una situación financiera precaria es una de las causas principales del rompimiento de las familias. Para que tu familia se mantenga unida tienes que procurarle una posición fuerte, tienes que apuntalar tus finanzas. En primer lugar, aborrece las deudas.
Haz todo lo que puedas para liquidarlas tan pronto como te sea posible. Después, asegúrate de preparar un presupuesto que no solo recorte gastos sino que te permita ahorrar y compartir con los necesitados. Adquiere los seguros adecuados. Por último, asegúrate de vivir de acuerdo con estos principios de frugalidad y enseñárselos a tus hijos.

Siéntense Juntos a la Mesa
La mayoría de los niños de hoy día desconocen lo que significa una cena en familia. Sin embargo, la comunicación y la unidad que se fomentan durante ese momento son esenciales para una vida familiar sana. Compartir juntos la hora de la comida – sea desayuno, almuerzo o cena – ofrece estructura a un horario de ordinario ajetreado. También proporciona a los niños la oportunidad de hablar sobre sus vidas. Es un momento para que los padres los escuchen, los aconsejen y los estimulen. Sin embargo, lo más importante es que es una oportunidad de estar juntos a diario.

Imparte Disciplina con Amor
La verdadera disciplina es una función del amor de un padre por sus hijos, por lo mismo, nunca debería ser severa ni agresiva. El papel de la disciplina no es intimidar ni destruir sino moldear y corregir. La disciplina debería administrarse en privado, y tú y tu esposa deben estar de acuerdo en cómo hacerlo. Esfuércense por ser consecuentes.

Oren y Rindan Culto Juntos
Las familias que llevan una vida de oración sana y se toman en serio el culto a Dios, contribuyen muchísimo a que sus hijos entiendan que existe una Autoridad Suprema en sus vidas, una Autoridad que establece principios morales indiscutibles para regir sus vidas. Todo niño tiene que saber que existe lo correcto y lo incorrecto, el mal y el bien. Vivir de acuerdo con la autoridad de Dios les inculcará ese conocimiento.

Nunca Dejes de ser Padre
En la vida de todo padre llega el día en que debe dejar atrás las actividades juveniles que fomentaban el vínculo con sus hijos. A medida que les otorga libertad para que dirijan sus vidas, un buen padre se da cuenta de que dejarlos en el dormitorio de la universidad, en la orilla del altar o llevarlos a su primer trabajo no significa abandonarlos. Continuará estimulándolos, aconsejándolos y transmitiéndoles su sabiduría por siempre.

lunes, 22 de octubre de 2012

El Matrimonio se Construye con Amor - (1 Corintios 13: 4-8)


Amar es: Ser pacientes
La paciencia es un fruto de la decisión de amar. Al ser pacientes podemos tener la tolerancia necesaria para aceptar las debilidades de nuestro cónyuge y confiar en el crecimiento espiritual que le dará la fortaleza y la sabiduría necesaria para cambiar lo que se debe cambiar. Es confiar en que EL que empezó la buena obra, la terminará!

Amar es: Ser bondadosos
Es pensar y hacer siempre lo mejor para nuestro cónyuge, con buena voluntad; quizás no lo merezca, pero lo hacemos como para agradar a nuestro Padre Celestial.

Amar es: Ser humildes
Es ser humildes para suavizar la relación con nuestro cónyuge, especialmente cuando hay conflictos y situaciones que afrontar. La decisión de ser humildes siempre va a generar buenos resultados.

Amar es: Ser amables y respetuosos
Es nunca faltarse el respeto. Se trata de ser siempre amables, respetuosos y honestos el uno con el otro. Es evitar a toda costa herir a mi cónyuge.

Amar es: Dar sin esperar recibir
El amor nunca es egoísta. El amor siempre está en función de las necesidades, y el bienestar del cónyuge. De esta manera podemos dar lo mejor de nosotros a nuestra pareja y disfrutar de la más hermosa relación.

Amar es: Ser tolerantes
Es tener la capacidad de vencer el enojo y la ira en el matrimonio. Es detenerse y meditar cuando estamos frente al enojo y pensar que mi cónyuge es más valioso(a) que cualquier cosa ó circunstancia.

Amar es: Perdonar
El amor no toma en cuenta el mal recibido. Es perdonar cuantas veces sea necesario. Cuando asumimos una actitud sincera de perdón, también seremos perdonados.

Amar es: Ser fieles
Es estar dispuestos a sufrir lo que sea por el bien de nuestro cónyuge. Es honrar el pacto de fidelidad que nos hicimos un día.

Amar es: Creer
Es tener la fe de que nuestra pareja actúa siempre con buena voluntad. Es muy probable que se equivoque, o lo haga mal, pero debo creer que lo hizo con buena intención.

Amar es: Soportarlo todo
Es soportar olvidos, desatenciones, desacuerdos, y cualquier debilidad temperamental de mi cónyuge, con fe y alegría; sabiendo que poco a poco todo cambiará.

Este amor solo es posible como fruto de la presencia
del Espíritu de Dios en la vida de una persona.

martes, 16 de octubre de 2012

22 Formas de amar a tu Esposa, Por: Nancy Van Pelt


Por algunos años mi esposo y Yo hemos tenido el privilegio de aconsejar y orar por muchos matrimonios en situaciones difíciles. Muchas veces nos sentimos impotentes ante las preguntas sin respuesta, no entendíamos porque las parejas se cansan, se aburren y de repente el matrimonio empieza a convertirse en soledad.
De nuestra experiencia como matrimonio y como aconsejando a familias y a parejas os traemos estos veintiún consejos para decirle a tu esposa o esposo que lo amas, diariamente:

Dale un abrazo y beso antes de levantarte de la cama.
Sonríe cuando la mires.
Deja lo que estés haciendo cuando ella te hable y mírala directamente a los ojos.
Llámala durante el día para decirle que la extrañas.
Apaga las luces y cenen a la luz de las velas.
Pon a tocar la música preferida de ella e invítala a acurrucarse contigo en el sofá mientras la escuchan.
Pregúntale cómo pasó el día.
Lávale la espalda cuando estén en la regadera o en la bañera.
Sécale la espalda después del baño.
Ponle una notita de amor en su cartera o en su lonche.
Sorpréndela recogiéndola en el trabajo.
Dile cuanto disfrutas de conversar con ella.
Dile, frente a los hijos, cuán buena madre es.
Ponle el brazo alrededor mientras están sentados en una reunión social.
Tengan una cita para disfrutar de la compañía mutua sin que los hijos estén presentes.
Levántate 10 minutos antes de la hora acostumbrada y pídele que venga contigo para conversar mientras comparten una bebida caliente.
Antes de dormirse en la noche, abrázala y dile palabras de amor al oído.
Pídele su opinión acerca de los eventos anunciados en las noticias o sobre el sermón predícalo en la Iglesia.
Abrázala sin tener ningún motivo ulterior.
Dile un cumplido frente a alguna amistad.
Usa palabras cariñosas a menudo.
Cuando estén en un evento social, guíñale el ojo o tírale un beso.

Si hace tiempo no haces esto, y cuando lo intentes hacer quizás tu esposa tenga una reacción de sorpresa ante la situación y pregunte ¿Que tienes? Solamente dile "Amor mío, quiero ser un mejor esposo".