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domingo, 16 de diciembre de 2012

Las cuatro estaciones del matrimonio - El Verano, Por: Sixto Porras


El verano es energético, lleno de un sol resplandeciente, todos estamos alegres y activos. El aire es caliente y el día nos invita a vivir la vida a plenitud. Es una época de fiestas y apto para salir a pasear.
En el verano los matrimonios están llenos de optimismo; la felicidad, la satisfacción, la gratitud y la confianza son una constante. Lograron concretar los sueños de la primavera y han aceptando sus diferencias, se sienten cada vez más unidos.
El verano está lleno de bellos atardeceres que despiertan la ilusión. Pero también el verano es seco, y el calor intenso, el polvo se levanta y las plantas se marchitan. Algunos días el calor parece asfixiante.


Características del verano matrimonial
1. El verano consolida el matrimonio, porque permite ver el verdadero yo de cada uno. El calor de la convivencia revela el verdadero ser de ambos, se conocen costumbres, y los diferentes estados de ánimo. Se conocen cuerpo y alma, la cotidianidad de la convivencia revela la personalidad de cada uno. Esto establece el fundamento del verdadero amor. Donde no solo es emoción, o entusiasmo, sino cooperación, tolerancia, disculpas y esfuerzo. Hay menos euforia, y más paciencia recíproca.
Es el verano del matrimonio lo que conduce a la madurez del amor.

2. El mutuo conocimiento ayuda a evitar los roses, ahora nos conocemos mejor. Los reclamos dan paso a la aceptación.  Posiblemente ya están los hijos, y esto nos conduce a la cooperación y a distribuirnos las responsabilidades del hogar. Ahora nos ayudamos, y construimos juntos.

3. La vida en común consolida el matrimonio. Casi parece sencillo, pero ha sido labrado con el tiempo y esfuerzo.

4. Aunque aun el amor es joven, el verano hace madurar, y hace fuerte la relación. Sabemos que somos diferentes y aun así nos aceptamos y amamos. Lo que nos parecía gracioso de la primavera, y luego nos incomodaba, ahora se acepta como tal. No hay mucha euforia, pero sí amor que ha comenzado a madurar.

5. La crisis del silencio. Luego de superar la crisis de la desilusión aparece la del silencio. El peligro en el verano matrimonial es el silencio producido por el cansancio y sobre todo, se da por el distanciamiento generado por la desilusión. Es un tiempo donde se debe avanzar el uno hacia el otro, en vez de correr en la dirección opuesta. La desilusión es un enemigo peligroso que debe superarse con diálogo y aceptación mutua. Si no se supera la crisis del silencio se podría caer en la insensibilidad.

6. Si el silencio no se supera el matrimonio podría caer en parálisis. El paso de los años lleva a la costumbre, al aburrimiento, al retroceso, a un estancamiento que le roba el dinamismo que el matrimonio debe tener. El matrimonio pierde movimiento y podría congelarse en la parálisis del aislamiento recíproco. Esto es peligroso y tiene que ser superado.

7. El gran reto es, vencer el tiempo. Si el silencio, y el aislamiento  se supera, podría darse un reencuentro que conduce a la madurez. Para que el matrimonio sobreviva debe superar la barrera del tiempo, la pareja debe permanecer junta en las buenas y en las malas.

Bibliografía
Dr. Gary Chapman. Las cuatro Estaciones del Matrimonio, Editorial Tyndale, 2006.

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