El verano es energético, lleno de un sol resplandeciente, todos estamos
alegres y activos. El aire es caliente y el día nos invita a vivir la vida
a plenitud. Es una época de fiestas y apto para salir a pasear.
En el verano los matrimonios están llenos de
optimismo; la felicidad, la satisfacción, la gratitud y la confianza son
una constante. Lograron concretar los sueños de la primavera y han aceptando
sus diferencias, se sienten cada vez más unidos.
El verano está lleno de bellos atardeceres que
despiertan la ilusión. Pero también el verano es seco, y el calor
intenso, el polvo se levanta y las plantas se marchitan. Algunos días el
calor parece asfixiante.
Características del verano
matrimonial
1. El
verano consolida el matrimonio, porque permite ver el
verdadero yo de cada uno. El calor de la convivencia revela el verdadero
ser de ambos, se conocen costumbres, y los diferentes estados de ánimo.
Se conocen cuerpo y alma, la cotidianidad de la convivencia revela la
personalidad de cada uno. Esto establece el fundamento del verdadero
amor. Donde no solo es emoción, o entusiasmo, sino cooperación,
tolerancia, disculpas y esfuerzo. Hay menos euforia, y más paciencia
recíproca.
Es el verano del matrimonio lo que conduce a la
madurez del amor.
2. El
mutuo conocimiento ayuda a evitar los roses, ahora nos conocemos mejor.
Los reclamos dan paso a la aceptación. Posiblemente ya están los
hijos, y esto nos conduce a la cooperación y a distribuirnos las
responsabilidades del hogar. Ahora nos ayudamos, y construimos juntos.
3. La
vida en común consolida el matrimonio. Casi parece sencillo, pero ha
sido labrado con el tiempo y esfuerzo.
4.
Aunque aun el amor es joven, el verano hace madurar, y hace fuerte la
relación. Sabemos que somos diferentes y aun así nos aceptamos y amamos.
Lo que nos parecía gracioso de la primavera, y luego nos incomodaba,
ahora se acepta como tal. No hay mucha euforia, pero sí amor que ha
comenzado a madurar.
5. La crisis del silencio. Luego
de superar la crisis de la desilusión aparece la del silencio. El peligro
en el verano matrimonial es el silencio producido por el cansancio y
sobre todo, se da por el distanciamiento generado por la desilusión. Es
un tiempo donde se debe avanzar el uno hacia el otro, en vez de correr en
la dirección opuesta. La desilusión es un enemigo peligroso que debe
superarse con diálogo y aceptación mutua. Si no se supera la crisis del
silencio se podría caer en la insensibilidad.
6. Si el silencio no se supera
el matrimonio podría caer en parálisis. El paso de los años
lleva a la costumbre, al aburrimiento, al retroceso, a un estancamiento
que le roba el dinamismo que el matrimonio debe tener. El matrimonio
pierde movimiento y podría congelarse en la parálisis del aislamiento
recíproco. Esto es peligroso y tiene que ser superado.
7. El gran reto es, vencer el tiempo. Si el silencio, y el
aislamiento se supera, podría darse un reencuentro que conduce a la
madurez. Para que el matrimonio sobreviva debe superar la barrera del
tiempo, la pareja debe permanecer junta en las buenas y en las malas.
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