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sábado, 18 de septiembre de 2010

Salud sexual; Por: Dr. Mauro Fernández Sandí

Hasta el siglo diecinueve, privaron en el mundo criterios morales o religiosos para designar lo que era sano en el área de la sexualidad.

Los diferentes grupos confeccionaban listas sobre las prácticas sanas y las perversas. Desgraciadamente, ese listado hablaba más del gusto de quienes lo confeccionaban que de un criterio científico objetivo. Se llegó a extremos tan inauditos como el de negar la posibilidad de obtener placer a través del sexo.

Uno de los primeros en señalar, de manera científica, las grandes variantes normales de la sexualidad fue Alfred Kinsey, quien, en vez de teorizar y abstraer, se dio a la tarea de preguntar a las personas comunes y corrientes cuáles eran sus prácticas sexuales, sus conductas, sus visiones y sus pareceres.

Curiosamente, aun cuando muchas personas seguían su vida sexual sobre la base de lo establecido, eran más las que mantenían prácticas sexuales que siempre se habían considerado raras, obscenas y exclusivas de personas con severos problemas sicológicos.

Con base en esto, se inició un verdadero interés por definir realmente cuáles prácticas son normales y cuáles debemos calificar como anómalas o dañinas.

Quizás el criterio más generalizado entre los sexólogos contemporáneos es considerar sana cualquier práctica sexual que se realiza con total consentimiento, sin producir daño y que resulte agradable y placentera.

Es decir, hoy entendemos la sexualidad como un gusto, como una actividad lúdica en la que, aunque suene un poco atrevido, todo se vale, en el tanto no dañe, no se obligue y sea agradable.

Por eso, la recomendación para las parejas que quieran convertirse en verdaderas amantes es dejarse guiar por las señales que emanan del cuerpo, que le den a éste lo que pida y que se zambullan de lleno en la experiencia del placer sexual sin atender a las falsas reglas que han atormentado la vida sexual de la humanidad.

Sabemos que las personas tienen gustos sexuales muy variados, que lo que para unos es indiferente o hasta repulsivo, puede ser extremadamente grato para otros. De ahí la importancia de conocer las diferentes alternativas que ofrece la sexualidad, experimentarlas y escoger las que resultan agradables para compartir en nuestra vida sexual y, desde luego, entender la negativa de la pareja a realizar aquellas que le resulten poco estimulantes.

El Dr. Mauro Fernández Sandí es Médico Cirujano, Ginecólogo Obstetra, Sexólogo y Educador.

Fuente: http://www.geosalud.com/

Nota: Deseo resaltar que aquellos que profesamos una relación personal con Cristo debemos interpretar este artículo en el contexto de lo que la Palabra de Dios prohíbe en la sexualidad, entiéndase:

1.- Adulterio

2.- Fornicación

3.- Homosexualidad

4.- Zoofilia

5.- Sexo antinatura (penetración anal)

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