(Josué 1:8)
"Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él
día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito."
El verdadero éxito en la vida no es tener muchas
cosas, ni grandes casas, ni buenos carros, ni lograr grandes hazañas
intelectuales. Todo eso puede ser bueno, pero lo que realmente nos hace
sentirnos realizados es hacer aquello para lo que fuimos diseñados.
El meditar en la palabra del que nos creó y nos
diseñó, declarándola en nuestras vidas y procurando diligentemente ponerla en
práctica, nos llevará a encontrarnos con nosotros mismos y a descubrir “para
que fuimos creados”, cual es nuestra función y nuestra misión en esta vida.
Cuando estamos haciendo lo que realmente nos gusta
hacer, poniendo en práctica nuestras fortalezas y destrezas, nos sentiremos tan
felices, que todo lo demás, y especialmente lo material pasa a un segundo
plano.
(Lucas 10:27) "Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma,
y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.
Lo primero que debemos hacer para encontrarnos a
nosotros mismos, es desarrollar una verdadera relación con el que nos creó y
nos diseñó. Si nos acercamos a la fuente de la Creación, tendremos una altísima
probabilidad de encontrar nuestra razón de ser.
Nuestro amado Padre Celestial nos invita a
acercarnos a él para amarlo, para amar lo que él ama, para que nos gocemos en
su presencia. Lamentablemente la mayoría de personas solo se acercan al Padre
Celestial para pedirle y pedirle. Y si no reciben lo que están pidiendo, muchas
se enojan con él, como si él tuviera la obligación de concedernos todo lo que
pidamos.
(Salmo 37:4) “Deléitate en el Señor y él concederá las
peticiones de tu corazón”.
La clave
para que él nos conceda las peticiones de nuestro corazón, es que nos
deleitemos en él primero. Que lo busquemos, que lo alabemos y le adoremos con
cánticos y con palabras y con acciones que le demuestren nuestro amor. Esta es
la parte más importante para todo ser humano. Si amamos al Señor en verdad,
nuestra vida ya no dependerá de las inciertas circunstancias, sino de su
palabra y de su presencia en nosotros. Eso es lo que nos hará verdaderamente y
permanentemente felices.
(Eclesiastés 1:2-4)
"2Vanidad de vanidades, dice el
Predicador, vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho recibe el hombre
de todo el trabajo con que se afana bajo el sol? 4 Una
generación va y otra generación viene, mas la tierra permanece para siempre."
(Eclesiastés 2:24) "Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y
disfrutar de su trabajo. Esto también yo he visto que es de la mano de
Dios."
La vida está llena de vanidades que solo traen
afán, cansancio, frustraciones y poco fruto a la vida del hombre. El rey
Salomón después de haberlo tenido todo, en sus últimos años expresa “todo es
vanidad y aflicción de espíritu” Lo mejor que nos puede pasar es que
disfrutemos del trabajo que realicemos. Que lo que hagamos, lo hagamos porque
lo disfrutamos real y profundamente y no por conseguir dinero solamente.
Si trabajamos en algo que no nos gusta mucho, pero
lo hacemos para poder ganar dinero solamente, entonces viviremos desdichados y
no lograremos alcanzar nuestro máximo potencial en la vida. Más bien cuando
hacemos lo que realmente es nuestra virtud y nuestra fortaleza, lo vamos a
hacer muy bien, con alegría y con excelencia; y eso hará que seamos muy
eficientes en lo que hagamos y de esa manera nos vendrá la prosperidad con
alegría y la podremos disfrutar como Dios lo diseñó.
(Santiago 4:3-4) "3Pedís y no recibís, porque pedís con malos
propósitos, para gastarlo en vuestros placeres. 4 ¡Oh almas
adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por
tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios."
Dios nos enseña en su palabra que evitemos
hacernos amigos del mundo. Eso quiere decir que él nos advierte que si caemos
en la trampa de amar los placeres y lo material del mundo, estamos en grave
peligro de enemistarnos con el Señor. Dios sabe que los placeres del mundo y
las cosas materiales son muy atractivas y nos seducen con mucha fuerza, pero al
final eso no nos va a dar la felicidad que verdaderamente necesitamos. La
experiencia de Eva que cedió a comer del fruto prohibido es un ejemplo y una
analogía de las consecuencias de dejarnos llevar por la corriente materialista
y placentera del mundo. Lo mas grande y lo más hermoso que nos ha dado el Señor
para ser felices es disfrutar del trabajo que hacemos y disfrutar sirviendo a
las personas a nuestro alrededor. Empezando por el cónyuge, los que ya son
casados, los hijos, los padres, los hermanos, los amigos, y otras personas en
ese estricto orden.
(Filipenses 4:6-7) "6Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración
y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones
delante de Dios. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús."
La paz, es uno de los más grandes regalos de Dios a
nuestras vidas. Si vivimos con paz en nuestro corazón, podremos disfrutar de
todo lo que tengamos en nuestra vida. Ahora, hay un requisito para obtener esa
paz: No afanarnos por nada y poner delante de Dios nuestras peticiones en
oración y dando gracias por su protección y su voluntad en nuestras vidas.
En resumen, vivamos por lo que vale la pena
vivir: por tener una relación sincera, de Fe y Amor con nuestro Padre
Celestial; por disfrutar de las personas a nuestro alrededor y servirles con
amor; por hacer el trabajo que más nos guste hacer; por disfrutar de cada
actividad de nuestra vida; no afanarnos por nada y dando gracias al Señor por
todo.
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