Siendo la navidad la celebración del nacimiento de Jesús, es en esencia un tiempo para amar con mayor intensidad; por lo tanto se esperaría que durante esta época reflexionáramos sobre quiénes somos, sobre el amor de Dios y dedicáramos mayor tiempo y esfuerzo a compartir el cariño con nuestras familias y seres queridos. Navidad es tiempo de amar, porque se conmemora, con tradiciones, canciones y colores, que Dios vino al mundo a darse a sí mismo como expresión de su amor por la humanidad.
La cuesta de enero se inicia en navidad
Sin embargo, con el pasar del tiempo, el espíritu de la celebración se ha ido perdiendo y se le ha dado mayor preeminencia a asuntos más superfluos, que usualmente nos causan gran estrés y demandan el gasto de una gran cantidad de dinero. Tal es el caso de los regalos, que dejaron de ser pequeñas muestras de aprecio, para convertirse en un fuerte gasto que se nos hace difícil de enfrentar. Hoy día pareciera que el cariño es mejor expresado en proporción al costo y marca del regalo que damos a familiares y amigos. Así también son bastante onerosos los festejos que organizamos, la decoración y en fin todo aquello que se han venido añadiendo como gastos “ineludibles” en estas fechas.
En estas fechas, y en general hoy día, contamos con una gran variedad de productos y servicios que pretenden llegar a posicionarse como indispensables, o bien al menos muy deseables, ya que buscan –o al menos así se presentan– hacer de nuestra vida una existencia más cómoda y placentera. Sin embargo, esta misma amplitud de la oferta comercial, combinada con fuertes deseos de lucro por parte del sector empresarial, genera una fuerte competencia por ganar el favor del consumidor, esta competencia se traduce en atractivas promociones o bien llamativos comerciales televisivos y radiales que nos incitan a comprar hasta la más inútil “chuchearía”. Obviamente cada día las compañías buscan cómo mejorar sus ventas y las festividades de navidad y fin de año son ideales para hacerlo, debido a una mayor circulación de efectivo, proveniente principalmente del aguinaldo que reciben los asalariados.
Cayendo en la tentación
Ante este escenario, las posibilidades de verse persuadido por las diferentes estrategias de mercadeo son muy grandes. Si ya de por sí la acción de comprar algo nuevo es gratificante, en esta y otras fechas, cómo no se va a aumentar nuestro deseo de consumir si constantemente nos están convenciendo acerca de las ventajas y virtudes de comprar cuanto artículo nos ofrecen.
Esta exacerbada oferta y un mayor poder adquisitivo a partir del aguinaldo, sin mencionar la facilidad con que se adquieren actualmente las tarjetas de crédito, hace a los individuos más vulnerables y propensos a adquirir artículos y servicios que en realidad no pueden costear. Actualmente se reconoce que hemos perdido la cultura del ahorro, y más bien hemos adoptado una cultura consumista en la que para satisfacer nuestra creciente necesidad de consumir, en algunos casos, además de gastar la totalidad del efectivo al que tenemos acceso, nos comprometemos con préstamos y sucumbimos ante la ilusión del plástico.
“Después de un gustazo un trancazo”
De esta forma, las festividades transcurren placidamente en lo que pareciera ser un bacanal de compras y fiestas. Sin embargo, llega enero y nos despertamos con la “pesadilla” de la falta de efectivo para cumplir con las obligaciones del día a día, otras que usualmente se presentan al iniciar el año o bien gastos que han estado pendientes; o aún más, en ocasiones, ahogándonos en deudas innecesarias que ahora no podemos enfrentar.
Decisiones inteligentes, finanzas sanas
La “pesadilla” o cuesta de enero no es inevitable. Es el resultado de un comportamiento excesivo y no planeado a la hora de hacer compras, así como las decisiones y compromisos que hemos asumido en materia de dinero.
Nunca es tarde para comenzar a corregir prácticas erróneas en cuanto a las finanzas y justo ahora, al recibir el aguinaldo, es la oportunidad para hacerlo. Sin embargo todo comienza con una decisión firmemente tomada con miras a propiciar un año 2009 con menos presiones financieras. Por lo tanto lo primero que debemos hacer es decidir inteligentemente en cuanto a nuestro aguinaldo y nuestras finanzas.
Lo primero es lo primero
Una vez que hemos tomado la decisión de caminar hacia un mayor bienestar financiero que potencie nuestra vivencia en otras áreas, se hace necesario identificar cuales son los gastos imprescindibles (sin tomar en cuenta regalos, eventos, etc.) en los cuales vamos a incurrir durante el fin de año, entre estos, por ejemplo, debería incluirse el pago del marchamo, si es que se tiene automóvil. Una vez calculado el presupuesto básico de estas fechas, debemos hacer una lista de aquellas necesidades que han ido surgiendo, y que no han podido ser satisfechas con nuestro presupuesto ordinario, entre ellas podrían estar:
- Amortización o cancelación de deudas pendientes que representan una erogación mensual fuerte, por ejemplo las tarjetas de crédito. Debido a los altos intereses de este tipo de crédito lo ideal es aprovechar cualquier excedente para dejarlas “en limpio” o al menos reducir la deuda.
- Tratamientos o consultas médicas.
- Gastos relacionados con el inicio de clases de niños y adolescentes: uniformes, útiles, etc.
- Reparaciones en la casa o del automóvil.
- Artículos o enseres que son una necesidad real en el hogar.
- Servicios necesarios en el hogar, por ejemplo Internet, sobre todo cuando hay estudiantes, niños o adolescentes, en el hogar.
Es imprescindible que hagamos estos cálculos antes de decidir que tipo de regalos vamos a dar, o la magnitud de los eventos que organizaremos, el lugar adonde iremos de vacaciones si este es el caso, o bien los “gustitos” que nos daremos.
Además, en la medida de lo posible, debemos dejar un ahorro para imprevistos durante el año. Si pudiéramos ahorrar la mitad del aguinaldo, esto sería de gran ayuda para las finanzas del año que recién comienza.
Finanzas saludables antes, durante y después de las celebraciones de fin de año.
Es posible que las medidas descritas en los párrafos anteriores no resulten tan divertidas como ir de compras satisfaciendo nuestros deseos de poseer esto o aquello sin mayor reflexión, la disciplina financiera y el ahorro, actualmente, no son principios muy alabados ni difundidos; lo que se compra ajustado a nuestras posibilidades reales (y lo que se deja de comprar) no siempre es divertido, sin embargo esta disciplina definitivamente propicia una mejor calidad de vida a mediano y largo plazo. Modificar hábitos consumistas, planificar nuestros gastos y ahorrar, definitivamente paga dividendos en términos de tranquilidad y mejores dinámicas en el hogar, y esto en realidad no tiene precio. Es importante recordar que el dinero y las posesiones son instrumentos para potencia nuestra existencia, no para esclavizarnos. Decidamos hoy mismo tomar el timón de nuestra vida y buscar la tranquilidad económica como instrumento para mejorar la calidad de vida de nuestras familias. Una sana economía requiere planeamiento, disciplina y mucha perseverancia, por lo tanto iniciemos el camino hoy mismo.
Sin embargo, con el pasar del tiempo, el espíritu de la celebración se ha ido perdiendo y se le ha dado mayor preeminencia a asuntos más superfluos, que usualmente nos causan gran estrés y demandan el gasto de una gran cantidad de dinero. Tal es el caso de los regalos, que dejaron de ser pequeñas muestras de aprecio, para convertirse en un fuerte gasto que se nos hace difícil de enfrentar. Hoy día pareciera que el cariño es mejor expresado en proporción al costo y marca del regalo que damos a familiares y amigos. Así también son bastante onerosos los festejos que organizamos, la decoración y en fin todo aquello que se han venido añadiendo como gastos “ineludibles” en estas fechas.
En estas fechas, y en general hoy día, contamos con una gran variedad de productos y servicios que pretenden llegar a posicionarse como indispensables, o bien al menos muy deseables, ya que buscan –o al menos así se presentan– hacer de nuestra vida una existencia más cómoda y placentera. Sin embargo, esta misma amplitud de la oferta comercial, combinada con fuertes deseos de lucro por parte del sector empresarial, genera una fuerte competencia por ganar el favor del consumidor, esta competencia se traduce en atractivas promociones o bien llamativos comerciales televisivos y radiales que nos incitan a comprar hasta la más inútil “chuchearía”. Obviamente cada día las compañías buscan cómo mejorar sus ventas y las festividades de navidad y fin de año son ideales para hacerlo, debido a una mayor circulación de efectivo, proveniente principalmente del aguinaldo que reciben los asalariados.
Cayendo en la tentación
Ante este escenario, las posibilidades de verse persuadido por las diferentes estrategias de mercadeo son muy grandes. Si ya de por sí la acción de comprar algo nuevo es gratificante, en esta y otras fechas, cómo no se va a aumentar nuestro deseo de consumir si constantemente nos están convenciendo acerca de las ventajas y virtudes de comprar cuanto artículo nos ofrecen.
Esta exacerbada oferta y un mayor poder adquisitivo a partir del aguinaldo, sin mencionar la facilidad con que se adquieren actualmente las tarjetas de crédito, hace a los individuos más vulnerables y propensos a adquirir artículos y servicios que en realidad no pueden costear. Actualmente se reconoce que hemos perdido la cultura del ahorro, y más bien hemos adoptado una cultura consumista en la que para satisfacer nuestra creciente necesidad de consumir, en algunos casos, además de gastar la totalidad del efectivo al que tenemos acceso, nos comprometemos con préstamos y sucumbimos ante la ilusión del plástico.
“Después de un gustazo un trancazo”
De esta forma, las festividades transcurren placidamente en lo que pareciera ser un bacanal de compras y fiestas. Sin embargo, llega enero y nos despertamos con la “pesadilla” de la falta de efectivo para cumplir con las obligaciones del día a día, otras que usualmente se presentan al iniciar el año o bien gastos que han estado pendientes; o aún más, en ocasiones, ahogándonos en deudas innecesarias que ahora no podemos enfrentar.
Decisiones inteligentes, finanzas sanas
La “pesadilla” o cuesta de enero no es inevitable. Es el resultado de un comportamiento excesivo y no planeado a la hora de hacer compras, así como las decisiones y compromisos que hemos asumido en materia de dinero.
Nunca es tarde para comenzar a corregir prácticas erróneas en cuanto a las finanzas y justo ahora, al recibir el aguinaldo, es la oportunidad para hacerlo. Sin embargo todo comienza con una decisión firmemente tomada con miras a propiciar un año 2009 con menos presiones financieras. Por lo tanto lo primero que debemos hacer es decidir inteligentemente en cuanto a nuestro aguinaldo y nuestras finanzas.
Lo primero es lo primero
Una vez que hemos tomado la decisión de caminar hacia un mayor bienestar financiero que potencie nuestra vivencia en otras áreas, se hace necesario identificar cuales son los gastos imprescindibles (sin tomar en cuenta regalos, eventos, etc.) en los cuales vamos a incurrir durante el fin de año, entre estos, por ejemplo, debería incluirse el pago del marchamo, si es que se tiene automóvil. Una vez calculado el presupuesto básico de estas fechas, debemos hacer una lista de aquellas necesidades que han ido surgiendo, y que no han podido ser satisfechas con nuestro presupuesto ordinario, entre ellas podrían estar:
- Amortización o cancelación de deudas pendientes que representan una erogación mensual fuerte, por ejemplo las tarjetas de crédito. Debido a los altos intereses de este tipo de crédito lo ideal es aprovechar cualquier excedente para dejarlas “en limpio” o al menos reducir la deuda.
- Tratamientos o consultas médicas.
- Gastos relacionados con el inicio de clases de niños y adolescentes: uniformes, útiles, etc.
- Reparaciones en la casa o del automóvil.
- Artículos o enseres que son una necesidad real en el hogar.
- Servicios necesarios en el hogar, por ejemplo Internet, sobre todo cuando hay estudiantes, niños o adolescentes, en el hogar.
Es imprescindible que hagamos estos cálculos antes de decidir que tipo de regalos vamos a dar, o la magnitud de los eventos que organizaremos, el lugar adonde iremos de vacaciones si este es el caso, o bien los “gustitos” que nos daremos.
Además, en la medida de lo posible, debemos dejar un ahorro para imprevistos durante el año. Si pudiéramos ahorrar la mitad del aguinaldo, esto sería de gran ayuda para las finanzas del año que recién comienza.
Finanzas saludables antes, durante y después de las celebraciones de fin de año.
Es posible que las medidas descritas en los párrafos anteriores no resulten tan divertidas como ir de compras satisfaciendo nuestros deseos de poseer esto o aquello sin mayor reflexión, la disciplina financiera y el ahorro, actualmente, no son principios muy alabados ni difundidos; lo que se compra ajustado a nuestras posibilidades reales (y lo que se deja de comprar) no siempre es divertido, sin embargo esta disciplina definitivamente propicia una mejor calidad de vida a mediano y largo plazo. Modificar hábitos consumistas, planificar nuestros gastos y ahorrar, definitivamente paga dividendos en términos de tranquilidad y mejores dinámicas en el hogar, y esto en realidad no tiene precio. Es importante recordar que el dinero y las posesiones son instrumentos para potencia nuestra existencia, no para esclavizarnos. Decidamos hoy mismo tomar el timón de nuestra vida y buscar la tranquilidad económica como instrumento para mejorar la calidad de vida de nuestras familias. Una sana economía requiere planeamiento, disciplina y mucha perseverancia, por lo tanto iniciemos el camino hoy mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario