Amar es: Ser pacientes
La paciencia es un fruto de la decisión de amar. Al
ser pacientes podemos tener la tolerancia necesaria para aceptar las
debilidades de nuestro cónyuge y confiar en el crecimiento espiritual que
le dará la fortaleza y la sabiduría necesaria para cambiar lo que se debe
cambiar. Es confiar en que EL que empezó la buena obra, la terminará!
Amar es:
Ser bondadosos
Es pensar y hacer siempre lo mejor para nuestro
cónyuge, con buena voluntad; quizás no lo merezca, pero lo hacemos como para
agradar a nuestro Padre Celestial.
Amar es: Ser humildes
Es ser humildes para suavizar la relación con
nuestro cónyuge, especialmente cuando hay conflictos y situaciones que
afrontar. La decisión de ser humildes siempre va a generar buenos resultados.
Amar es: Ser amables y
respetuosos
Es nunca faltarse el respeto. Se trata de ser
siempre amables, respetuosos y honestos el uno con el otro. Es evitar a toda
costa herir a mi cónyuge.
Amar es: Dar sin esperar
recibir
El amor nunca es egoísta. El amor siempre está en
función de las necesidades, y el bienestar del cónyuge. De esta manera podemos
dar lo mejor de nosotros a nuestra pareja y disfrutar de la más hermosa
relación.
Amar es: Ser tolerantes
Es tener la capacidad de vencer el enojo y la ira
en el matrimonio. Es detenerse y meditar cuando estamos frente al enojo y
pensar que mi cónyuge es más valioso(a) que cualquier cosa ó circunstancia.
Amar es: Perdonar
El amor no toma en cuenta el mal recibido. Es
perdonar cuantas veces sea necesario. Cuando asumimos una actitud sincera de
perdón, también seremos perdonados.
Amar es: Ser fieles
Es estar dispuestos a sufrir lo que sea por el bien
de nuestro cónyuge. Es honrar el pacto de fidelidad que nos hicimos un día.
Amar es: Creer
Es tener la fe de que nuestra pareja actúa
siempre con buena voluntad. Es muy probable que se equivoque, o lo haga mal,
pero debo creer que lo hizo con buena intención.
Amar es: Soportarlo todo
Es soportar olvidos, desatenciones, desacuerdos, y
cualquier debilidad temperamental de mi cónyuge, con fe y alegría; sabiendo que
poco a poco todo cambiará.
Este amor solo es posible como fruto de la
presencia
del Espíritu de Dios en la vida de una
persona.