Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado.
Para su sorpresa, descubrió que Dios estaba detrás del mostrador. -¿Qué vendes aquí?- le preguntó la mujer.
-Todo lo que tu corazón desee. Respondió Dios. Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
-Deseo que haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor-dijo- y luego tras un instante de vacilación, añadió: - No solo para mí, sino para todo el mundo.
-Dios se sonrió y dijo: -Creo que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos, únicamente semillas. Muchos de nosotros, tenemos mentalidad de supermercado: estamos acostumbrados a tener toda la mercadería al alcance de la mano, y lo más elaborada posible, donde tomamos lo que queremos y lo que no nos gusta lo desechamos. Ciertamente si así fuera todo en la vida, nada malo ocurriría.
Pero precisamente son las cosas negativas las que nos hacen madurar, crecer, confiar y creer.
En la vida no es el hecho de que no existan los problemas lo que la haga más hermosa, sino es el hecho de que en medio de ellos, aprendamos a amar a otros como a nosotros mismos.
En nuestras oraciones pedimos por cosas generalmente ya logradas.
A veces esperamos que de un momento a otro Dios haga milagros.
Pues he ahí la esencia de la vida, pidamos a Dios que nos de semillas de amor, entendimiento, valor, fe, fuerza, paz interior... y así poder lograr los frutos por nosotros mismos.
Para su sorpresa, descubrió que Dios estaba detrás del mostrador. -¿Qué vendes aquí?- le preguntó la mujer.
-Todo lo que tu corazón desee. Respondió Dios. Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:
-Deseo que haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor-dijo- y luego tras un instante de vacilación, añadió: - No solo para mí, sino para todo el mundo.
-Dios se sonrió y dijo: -Creo que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos, únicamente semillas. Muchos de nosotros, tenemos mentalidad de supermercado: estamos acostumbrados a tener toda la mercadería al alcance de la mano, y lo más elaborada posible, donde tomamos lo que queremos y lo que no nos gusta lo desechamos. Ciertamente si así fuera todo en la vida, nada malo ocurriría.
Pero precisamente son las cosas negativas las que nos hacen madurar, crecer, confiar y creer.
En la vida no es el hecho de que no existan los problemas lo que la haga más hermosa, sino es el hecho de que en medio de ellos, aprendamos a amar a otros como a nosotros mismos.
En nuestras oraciones pedimos por cosas generalmente ya logradas.
A veces esperamos que de un momento a otro Dios haga milagros.
Pues he ahí la esencia de la vida, pidamos a Dios que nos de semillas de amor, entendimiento, valor, fe, fuerza, paz interior... y así poder lograr los frutos por nosotros mismos.
Que nuestro Señor derrame sus bendiciones sobre nosotros.