En general cuando conocemos a alguien por quien nos sentimos atraídos ponemos en juego todo nuestro abanico de técnicas de seducción, orientando nuestros comportamientos a conquistar el corazón de la persona elegida.
Si lo logramos, comienza entonces una relación de pareja en la cual durante el primer tiempo cuidamos cada detalle y revivimos mentalmente una y otra vez los momentos agradables vividos junto a esa persona. Esto potencia la relación, la nutre y aumenta nuestros deseos de compartir nuestro tiempo con la persona en cuestión.
Al principio, cuando algo nos molesta, solemos dejarlo pasar, preferimos concentrarnos en los recuerdos gratos, pero llega un momento en que la suma de pequeños problemas y desencuentros traen consigo consecuencias que en ocasiones pueden resultar nefastas.
Suele ocurrir entonces que lentamente pasamos de revivir los momentos agradables para rememorar las dificultades. Es muy útil en estos casos revisar nuestros recuerdos para rescatar intencionalmente aquellos instantes placenteros en que nuestro corazón se aceleró marcadamente sólo con un beso, o algún gesto de amor nos estremeció al punto de dejarnos atónitos. Esa es la estrategia que usan quienes viven enamorados, se concentra casi constantemente en los buenos momentos vividos junto a la persona amada.
Esta forma de proceder, si bien puede ser muy efectiva, entraña un riesgo, y es que nuevamente aparecerán las dificultades, ya que estas forman parte de la vida misma, y habrá que resolverlas de modo que no afecten a la pareja o lo hagan en el menor grado posible, para esto puede ser de gran utilidad reflexionar sobre algunos puntos.
La mayoría de los problemas de pareja pueden ser entendidos como problemas de comunicación, es frecuente creer que el otro debería saber lo que necesitamos aún sin que se lo digamos. Mientras esta creencia persista estamos condenados a la decepción, esperando algo que probablemente nunca llegará, pero no por falta de comprensión de nuestro compañero, sino porque nunca se los pedimos adecuadamente.
Hay ciertas áreas que suelen ser puntos de conflicto, por lo cual es conveniente asegurarse de que se ha llegado a un acuerdo satisfactorio para ambos. Estas son: las relaciones con la familia allegada, los intereses individuales, el dinero y la sexualidad.
Si cada uno puede expresar sus deseos y preocupaciones abierta y honestamente muchos inconvenientes podrán ser resueltos. Para esto es condición necesaria que ambas partes se escuchen y sean lo suficientemente flexibles como para aceptar el punto de vista del otro, que no tiene porqué coincidir con el propio.