Visión y Misión

Visión.
Ser líder en la orientación y fortalecimiento de las familias dentro y fuera de la iglesia en la República Dominicana.

Misión.
Orientar a los miembros de la familia en el concepto de la verdadera relación y responsabilidad familiar para tener un hogar saludable, a través de la palabra de Dios.

Versículo del día

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jueves, 29 de marzo de 2012

01 - Mujer ideal vs mujer real - ¿Pueden existir las mujeres ideales? Por: Tanya M. Brizuela H.

Probablemente en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado o leído sobre la noción de“mujer ideal”, sin embargo es posible que en pocas ocasiones nos detengamos a meditar sobre su significado. Según la Real Academia Española (2001), algo que es ideal es aquello que no existe sino en el pensamiento, es un modelo perfecto que sirve de norma en cualquier ámbito. A partir de este concepto, podríamos preguntarnos ¿Cómo es una mujer ideal? ¿Realmente pueden existir mujeres ideales?

Una mujer ideal podría entenderse como sinónimo de mujer perfecta. Si intentáramos describir una mujer de este tipo, podría salir de nosotros un sin número de preconcepciones que probablemente no coinciden con las características que definen a la mayoría de las mujeres reales. A estas nociones segregacionistas se les conoce como estereotipos, y estos influyen en nuestra forma de pensar y actuar, sin importar sexo o edad.

Uno de los agentes que influye en la formación de estereotipos, son los medios de comunicación masiva, un ejemplo de esto, es la experiencia de una madre, que entre preocupada y asombrada contaba una anécdota ocurrida con su hijo.

Ellos compartían frente al televisor, cuando su niño le preguntó “¿mamá, por qué no te ves como las mujeres de la televisión?”, la pregunta iba dirigida a su apariencia, sobre todo a su peso. Esta madre es delgada, tiene un peso con el que ella se siente cómoda consigo misma, sin embargo, como la mayoría de la población femenina de la vida cotidiana, no es tan delgada como las mujeres que se presentan en la televisión.

El ejemplo anterior, es una ilustración de cómo los medio de comunicación y la sociedad en general, van formando en cada uno de nosotros nociones de cómo deben ser las personas, cómo se deben vestir, cómo deben hablar, cómo deben pensar. Con la noción de lo que es ser mujer, sucede lo mismo; alrededor del concepto de mujer, existen muchas ideas preconcebidas que señalan cómo debería comportarse una para ser “una buena mujer”.

domingo, 25 de marzo de 2012

01 - El perdón y la sanidad emocional “Heridas no resueltas en nuestro corazón”, Por: Elizabeth Canales

Todas las personas en algún momento de la vida han sido lastimadas, heridas o dañadas con o sin intensión, y muchas de ellas están tratando de olvidar un pasado difícil para poder seguir adelante. Creen que si lo encierran en una caja para siempre, ya no estorbará en su camino. Lo que no saben es que ignorar un pasado no significa que éste haya sido sanado. Todas las experiencias difíciles de la vida ─aun cuando hayan ocurrido hace décadas─, si no son resueltas apropiadamente, dejarán heridas abiertas que influirán en las decisiones que se tomen.

Los traumas y las heridas del pasado controlarán constantemente su comportamiento hacia los demás. Especialmente, en situaciones similares o en aquellas que tocan las áreas lastimadas de su corazón. En realidad, la verdad es que cada vez que atacamos a alguien que nos hirió, volvemos a abrir la herida y nos lastimamos ante todo a nosotros mismos.

Además, los seres humanos tenemos formas peculiares de resolver los conflictos: ignorándolos o pagando con la misma moneda, lo cual, en realidad solo empeora las cosas. Por eso, es muy importante identificar las heridas para poder sanar la raíz del problema. La forma en que nos comportamos, muchas veces, responde a las heridas no resueltas en nuestro corazón.

Para esto debemos identificar los comportamientos que hemos adquirido. Algunos de ellos son:

La autoconmiseración o lástima de sí mismo: la mayor parte del tiempo se vive lamentando de lo que le sucede, siente lástima de sí mismo. Esta actitud le lleva a magnificar su dolor (ver las cosas más grandes de lo que son). Su manera de pensar se distorsiona, y lo que ve o siente le parece real. Se dice frases en su mente como: “Nadie me quiere”, “A nadie le importo”, “Nadie está pendiente de mí”, “Mi vida nunca va a cambiar”. Esta forma de pensar produce un mayor dolor dentro de uno y le convence de que esa es su realidad.

Autojustificación: justifica sus reacciones con los actos de los demás. Por ejemplo, “Lo hice en defensa propia”, “Él inició la pelea, yo solo me defendía”. Esta conducta lleva a ver solamente las faltas de los otros, en vez de los errores de su carácter.

Culpar a otros de sus decisiones: no acepta las responsabilidades de sus decisiones o de sus actos. Por ejemplo: “Lo hice porque ellos me dijeron que lo hiciera”, “Si ellos no hubieran insistido, yo no lo hubiera hecho”, haciendo responsables a otros.

Negativismo: es aquella persona que siempre espera lo peor. Tiene una actitud pesimista ante cualquier situación. Siente miedo de confiar en alguien, pues piensa que lo van a traicionar, aun cuando esta persona nunca le haya fallado. Cree que algo es demasiado bueno para ser verdad y que, de un momento a otro, lo malo saldrá a la luz. Por ello, prefiere alejarse antes de que eso suceda y así proteger su corazón. Cuando lo que realmente sucede es que se está privando a sí mismo de una vida plena, pues no hay ninguna garantía que eso malo suceda.

Amargura: hay una actitud de enojo hacia todos y hacia todo. Le cuesta ser amable. La vida es de color gris. No hay alegría dentro de su interior y no le gusta verla en los demás. Se vuelve una persona pesada, escondiéndose detrás de pensamientos como: “No me importa lo que otros piensan de mí”, “No necesito a nadie en mi vida”, “Si se molestan, lo siento por ellos”, o “Yo soy así y no puedo hacer nada para cambiar”. Todas esas ideas buscan negar la verdadera condición de su corazón y, a la vez, pretende sentirse fuerte al pensar de esa manera.

Mentira: se desarrolla para buscar aceptación, para evitar el dolor o el rechazo. Niega la verdad para no hacerse responsable de las consecuencias de sus actos y usa los probables errores de los demás para disculpar su comportamiento. Utiliza la mentira para buscar aceptación, pretendiendo ser lo que no es, por lo que inventa algo sobre sí mismo para impresionar a otros, sin darse cuenta de que todo esto es producto de una baja autoestima

El ignorar las circunstancias no evita que hayan sucedido, y el pagar con la misma moneda nunca sana el dolor de la herida, sino que da más sed de venganza.

02 - El perdón y la sanidad emocional “Razones que no me permiten perdonar”, Por: Elizabeth Canales

Razones que no me permiten perdonar:

1. Algunos dicen que no lo sienten y no pueden hacer algo que no sienten, pues no sería sincero ni honesto. Así que no perdonarán hasta no sentir el deseo de hacerlo.

2. Creen que perdonar es como decir que estuvo bien lo que les hicieron.

3. Otros dicen que es totalmente injusto perdonar, pues la persona no se merece el perdón.

4. Piensan que si toman la decisión de no perdonar solo así se hará justicia. Esto lleva a considerar que, si se perdona, básicamente, se está perdiendo la esperanza de ver que se haga justicia. Esta es una de las razones más fuertes por la que las personas se aferran a no perdonar. Esto es un deseo de venganza, disfrazado en el término de “justicia”.

5. Otros no perdonan, como un mecanismo de autoprotección, porque creen que solo así podrán permanecer alertas a que no les vuelva a pasar algo similar. Consideran que, al perdonar, bajarán sus defensas y se volverán vulnerables.

Para otros, el perdón parece favorecer al victimario y no a la víctima.

03 - El perdón y la sanidad emocional ¿Cómo el perdón puede sanar tu vida?, Por: Elizabeth Canales

Cuando hemos identificado las heridas el mejor remedio para sanar es el perdón. El Dr. Dick Tibbits lo define como: “El perdón es el proceso de redefinir nuestro enojo y las heridas del pasado, con la finalidad de recuperar la paz en el presente y revitalizar nuestro propósito y esperanzas para el futuro”.

1. El perdón deberá ser una decisión no basada en emociones, sino en lo que es correcto hacer. No sucede de manera automática ni cuando otra persona cree o insiste en que debería suceder.

2. El perdón dice que no está dispuesto a permanecer herido por el pecado o el error de otros. Sin embargo, el perdón requiere práctica y la práctica requiere tiempo; el perdón casi nunca se logra en un solo intento.

3. El perdón no está ligado al cambio de la tercera persona, sino a la decisión que usted toma para vivir libre de dolor.

4. El perdón reta a cambiar su forma de pensar y a reducir las distorsiones que tuercen su visión de la realidad.

5. Perdonar no significa justificar o dejar libre de responsabilidad a quien cometió la falta, el perdón es la puerta que usted cruza para que Dios, de una forma sobrenatural pueda sanar y restaurar su corazón para permanecer en libertad.

6. Una persona que se aferra a la ofensa, no deja que nadie entre, pues ve a las personas como una amenaza, tiende a mantener relaciones superficiales, se le hace difícil amar y ser amada, tiende a desconfiar en la honestidad o sinceridad de los demás. Esto último hace que sea una persona solitaria y con una gran necesidad de ser amada. Pero la mejor manera de proteger su corazón es soltar la ofensa, a través del perdón y, así, recibir la sanidad de Dios a nuestro dolor.

7. La falta de perdón es igual a una cárcel invisible que lo mantiene preso en las heridas del ayer, dejando que la ofensa continúe dañando su vida. El perdón le da el poder para quitar el dolor del daño que le han hecho a su corazón y usted es el que resulta más favorecido.

Estos consejos nos pueden llevar a vivir una vida más saludable y placentera. Muchos de ellos serán un proceso en nuestra vida en la medida que identifiquemos las heridas que llevamos dentro para cambiar los patrones de comportamiento que hemos adquirido y tener mejores relaciones intrapersonal e interpersonal.

04 - El perdón y la sanidad emocional “Los diez principios del perdón”, Por: Elizabeth Canales

El perdón comienza cuando usted…

1. Acepta que la vida no es justa y que otros pueden jugar con reglas distintas a las nuestras.

2. Deja de culpar a otros por sus circunstancias.

3. Entiende que no puede cambiar a la persona que le hirió; solo puede cambiar a sí mismo.

4. Reconoce la ira y el dolor que le está causando algún hecho desagradable o hasta dañino.

5. Transforma su historia de dolor, su “historia de agravio” al colocar los hechos dolorosos en un contexto más amplio que su actual punto de vista.

6. Reconoce que solo usted puede decidir perdonar.

7. Cambia su visión del ofensor al decidir con humildad identificarse con la situación de su vida.

8. Transforma a propósito el descontento en contentamiento.

9. Entiende que el perdón necesita de tiempo y no puede apresurarse.

10. Asume la responsabilidad por su vida y su futuro.

jueves, 22 de marzo de 2012

Pautas para una mejor comunicación, Por: Luis Diego González Chávez

1. El momento.

No todo momento es el indicado para hablar temas de importancia, más aún si son quejas, deseos, preocupaciones o diferencias de opinión. Así por ejemplo, si alguno de los dos cónyuges recién llega de un largo día de trabajo, después de transitar de regreso al hogar por las calles repletas de automóviles, y además ha sufrido algún percance durante el día, tal persona no estará en la mayor disposición de sentarse a conversar temas delicados, complejos o estresantes a su llegada al hogar.

Por lo tanto, las metas del diálogo que se establezca en un momento como este no se alcanzarán en lo más mínimo, e inclusive se agregará tensión al asunto que se está discutiendo. Lo ideal es esperar unas cuantas horas a que el cónyuge haya reposado y el ambiente familiar sea apto.

2. El lugar.

Elija muy bien el lugar para conversar temas de gran importancia, no son buenos lugares la sala donde se pasean los niños, ni la cocina mientras alguno prepara o ingiere alimentos, ni junto al teléfono (descuélguelo), o frente a una puerta abierta con vista a la calle.

El lugar correcto debe contar con privacidad, sillas y mesa (no en la cama) para concentrarse mejor en la buena comunicación y la posibilidad de evitar todas las interrupciones posibles.

3. Las palabras.

Escoja bien las palabras, no use expresiones ofensivas o insultos, ya que definitivamente ya no se estaría atacando el problema, sino a la persona. Existe el buen arte de escuchar y el buen arte de hablar, a la hora de hablar asegúrese que la otra persona percibe que usted señala sus necesidades y deseos, y no que señala sus defectos o errores.

Cada uno es experto de sí mismo, y no del otra persona, evite decir expresiones como: ¡Aunque no me lo digas, sientes esto!, ¡Yo se que es exactamente lo que estás pensando! etc…

Recuerde: las palabras, el lugar y el momento adecuado son pautas para una mejor comunicación. Al hablar claro e interesarse por el bienestar del otro, la pareja puede resolver diferencias y llegar a consensos.

Sanando las heridas del matrimonio, Por: Jesús Rosales

La mayoría de seres humanos que dan inicio a la vida matrimonial lo hacen con la expectativa de que en el transcurso de los años la relación de pareja sea fortalecida y la comunicación conyugal permita superar cualquier dificultad que se presente. Sin embargo la afirmación “en las malas y en las buenas”, pareciera haberse dejado de lado, sobre todo cuando los conflictos, las diferencias y las crisis surgen, dejando a su paso lesiones con efectos profundos y permanentes.

Cuando se habla de heridas en el matrimonio, se suele evocar aquellas que permanecen después de una fuerte discusión, al haber recurrido, uno o ambos miembros de la pareja, a gritos, ofensas u otras expresiones de violencia emocional y aún física. Es frecuente también encontrar heridas, cuando la pareja ha vivido humillaciones e infidelidad, entre otras cosas.

Sin embargo, muchas veces las lesiones aparecen y se profundizan con el pasar del tiempo casi sin darnos cuenta. Especialmente esto ocurre cuando la pareja se ha ignorado mutuamente, desatendido, descalificado o ha recurrido a otras formas de respuesta inadecuada ante los dificultades del matrimonio, que pueden o no desembocar en conflictos aún mayores.

Otra forma en que pueden surgir las heridas en el matrimonio, tiene que ver con las expectativas que cada uno tiene antes de constituirse en pareja, y la desilusión que representa confrontarse con una realidad distinta. De igual forma, cuando las pequeñas diferencias no resueltas, la rutina, el abandono y la falta de interés van marcando o determinando una actitud que se prolonga en el tiempo, la distancia en la vida conyugal se empieza a imponer y es frecuente que de por esta situación se produzcan lesiones que pueden conducir a permanentes heridas que causan mucho dolor y fricción en la relación matrimonial.

Los recuerdos dolorosos hacen que tanto en los aspectos personales, como a nivel de la relación de pareja, el ser humano tienda a estancarse y no logre desarrollar sus propias habilidades. Las heridas provocan pesar, porque son resultado de sentimientos de amargura, tristeza, frustración y, en algunos casos, de ira e impotencia. Estas van afectando los pensamientos y los sentimientos, y pueden acompañar a la persona durante mucho tiempo, aun cuando la situación del pasado aparentemente pareciera ser superada.

Las heridas no sanadas impiden el establecimiento de nuevas y positivas actitudes y relaciones. Hacen aflorar la inseguridad, la desconfianza, la duda, el temor y la soledad. Pueden hacer que la pareja sea prisionera de eventos o situaciones del pasado e impedir que puedan ver el porvenir con esperanza, ánimo y alegría.

Un aspecto importante para iniciar el camino hacia la sanidad en las relaciones matrimoniales, es no negar lo que se siente. En algunas ocasiones las personas que tratan de ocultar sus lesiones emocionales o recuerdos que le entristecen, lo único que logran es prolongar y profundizar sus heridas. Al reconocer el evento o situación que nos ha lastimado, estaremos dando el primer paso para la superación de la situación que nos lastimó.

Debemos tener en nuestros pensamientos, emociones y sobretodo en nuestra voluntad, el propósito de soltar los acontecimientos o circunstancias del pasado que nos lastimaron. Esta decisión (dejar atrás el pasado), conlleva una decisión de perdonar y perdonarnos y aunque el perdón puede parecer en un principio, no ser algo que se sienta en el corazón, si se mantiene como decisión, paulatinamente se irá incorporando a nuestras emociones. Una herida emocional o física, no se olvida fácilmente, pero al “cicatrizar” el evento pasado, se recuerda sin dolor. Es así como el perdón permitirá ir sanando el corazón de las personas heridas, posibilitando iniciar el camino para la superación de cualquier escenario adverso que haya marcado a los que conforman una pareja.

Para sanar las heridas del matrimonio se debe asumir la decisión de perdonar, sabiendo que esto se logra mediante un proceso que toma tiempo, por lo que cada persona debe tener paciencia y perseverancia. No se debe olvidar que el primer paso, está en identificar lo que nos ha causado el dolor y no dejarlo profundizar en el transcurso del tiempo.

Cada pareja debe resolver oportunamente aquellas cosas que les lastiman, para que no se conviertan en heridas permanentes, sólo así podrán disfrutar de una vida matrimonial de paz y libertad.

Para recordar

- Las heridas no sanadas impiden el establecimiento de nuevas y positivas actitudes y relaciones. Hacen aflorar la inseguridad, la desconfianza, la duda, el temor y la soledad.

- Al reconocer el evento o situación que nos ha lastimado, estaremos dando el primer paso para la superación de la situación que nos lastimó.

- El perdón permitirá ir sanando el corazón de las personas heridas.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿Cómo resolver conflictos en el matrimonio?, Por: Helena Calderón

Una nueva experiencia, una nueva etapa en la vida se inicia cuando decidimos unirnos a un ser querido para compartir de nuestra total existencia en sueños, añoranzas y anhelos de felicidad con ese otro ser que amamos. Este es el instante en que aflora la ilusión y se abre el camino en el que todo parece “color de rosa”. Sin embargo, hay que tener presente que son dos personas distintas que deberán acoplarse y adaptarse mutuamente, para vivir en verdad el amor jurado como “eterno e incondicional”.

Sabemos que esto no es nada fácil y que lo que han de aportar cada uno en la pareja será indispensable para el logro de sus objetivos. Hay que tener presente, que como ocurre en la mayoría de los matrimonios, no estamos exentos de conflictos, pero que frente a esta realidad, debemos resolver los problemas de una manera adecuada.

Llegar a ser personas que reconozcamos las diferencias de la mejor manera, cuidando la integridad del otro/a y aceptando la existencia de factores que no se pueden cambiar.

Actuar con tolerancia, debe ser una de las primeras leyes a cumplir a la hora de resolver los problemas. Se debe tener claridad que lo que marca la diferencia en una relación, no es lo que se espera de la pareja, si no lo que uno/a mismo/a puede aportar.

Sin duda alguna, este será el modo de lograr el crecimiento de ambos, lo que se reflejará en una mejor calidad de vida.

Al hablar de cómo solucionar conflictos, es importante mencionar que la comunicación es la base fundamental. No sólo vista como una adecuada disposición de hablar, escuchar, sino como el ejercicio permanente de compartir inquietudes, vivencias, objetivos, proyectos y en general el día a día.

Un matrimonio que anhela seguir amándose para toda la vida, que a pesar de los malos tiempos deciden estar juntos, deben partir por tener un corazón respetuoso desde donde broten palabras positivas, abundantes y amorosas.

Para esto les brindamos una lista de sugerencias acerca de cómo resolver conflictos sin herir a la persona amada:

1. Identificar y focalizar el problema

Identificar y focalizar el problema requiere de un gran ejercicio: el diálogo. Expresar lo que se siente de forma permanente va a permitir entrar en un proceso de madurez en el cual la pareja pueda detectar cual es el problema. Lo contrario a este ejercicio es la acumulación de situaciones difíciles que no permiten saber con claridad que es lo que está pasando. En ocasiones, es posible encontrarse luchando contra aspectos que se creen es el problema, pero que no son más que los síntomas.

2. Buscar el lugar adecuado y el momento oportuno

Dejemos que el primer estallido del enojo pase. Es probable que si se habla en ese momento, se digan cosas de las cuales luego haya que arrepentirse. El momento oportuno es aquel cuando lo peor del conflicto pasó. Será necesario encontrarse a solas, de preferencia fuera de casa y en un lugar agradable para ambos.

3. Aprender a estar en desacuerdo sin pelear

Una buena comunicación, hará posible que se cumplan los objetivos de construir la relación. Un conflicto no significa necesariamente una pelea o estar en desacuerdo con la pareja. Muchas veces esto indica que existen dos seres pensantes y deseosos de compartir sus ideas. Aquí el elemento principal será siempre el respeto. Si no se practicó antes, debemos comenzar de manera respetuosa y amable a exponer las opiniones sin necesidad de humillar, ridiculizar o criticar.

4. No buscar culpables, sino soluciones

Se debe atacar el problema, no el uno/a al otro/a. Por lo general un ataque mutuo puede afectar más la relación y ser preámbulo para otra mayor. Tampoco busquemos la manera de herir a nuestra pareja. El problema es real y debemos buscar una solución sin herir los sentimientos del otro o la otra, más aún cuando ya no tenemos argumentos para defender nuestra posición. Las soluciones han de ser propuestas concretas de nuevas conductas para ambos. Procuremos proponer la nuestra en primer lugar.

5. No pretender tener la razón

Siempre hemos de incluirnos como parte del problema, ya que en una pareja ambos comparten permanentemente las responsabilidades. Esto permitirá que si nosotros/as ya tenemos la solución, la expongamos en el momento oportuno como una de las posibles salidas, recordando que no ha de ser la única.

6. Elegir una posible solución


Luego de un largo proceso de comunicación, en los cuales se debe atravesar varias etapas hasta lograr una madurez, hay que buscar las soluciones que sean saludables en términos físico-emocionales para todo el entorno familiar. Se debe intentar siempre rescatar los elementos positivos existentes. El aprender a solucionar las diferencias se inicia siempre con un sentimiento de humildad.

Aprenda a pelear con su pareja, Por: Janina Córdoba

Es frecuente escuchar a muchas parejas decir: “Si tan sólo pudiéramos dejar de pelear, todo estaría bien entre nosotros”. Se vive creyendo que las parejas para llevarse bien no tienen que pelear, y no se percatan de que el conflicto es normal entre personas que se aman.

En casa, nuestro primer mundo, aprendemos qué significa ser hombre, qué significa ser mujer, qué significa ser pareja y a solucionar nuestros problemas, convirtiéndose esto en una verdad absoluta para nosotros. Al insertarnos en el sistema educativo comparamos nuestro mundo con el de los demás y nos parece extraña la forma de vida de los otros, aún cuando no estemos de acuerdo con algunas cosas que hemos aprendido desde pequeños.

Al formalizar la relación de pareja, generalmente no nos cuestionamos nada de esto: asumimos, como es de costumbre, que la persona que está a la par nuestra, al ser la persona “más maravillosa del planeta”, “mi media naranja”, “mi alma gemela” va a sentir, pensar y actuar igual que yo, además que debe de estar en la capacidad de leer mis necesidades; mi pareja asume lo mismo… ¡que poco realistas!

Debemos partir del hecho de que somos seres individuales con emociones, sentimientos, pensamientos, actitudes, expectativas, valores y principios, muy característicos de cada uno, además, que tenemos una historia de vida totalmente diferente.

La pelea clarifica las definiciones de ambas personas. Es por medio de las peleas que nos damos cuenta que la idea que nos hemos creado de que somos idénticamente iguales es solo fantasía. En esencia, las peleas entre pareja son una forma de definirse para que dos personas diferentes puedan estar unidas, desde la individualidad de cada uno.


Algunos consejos a tomar en cuenta para aprender a pelear bien:

- Evalúe su relación ya que es única, de manera que la forma de resolver sus dificultades será muy particular.


- Tomar en cuenta que los sentimientos y las emociones son propiedad de cada individuo, o sea, cada ser humano es dueño de sus emociones y sus sentimientos, por lo tanto, nadie provoca en usted alegría, miedo, tristeza, enojo, a la vez usted debe hacerse responsable de sus actos.


- Parta de su realidad y no trate de cambiar al otro, ni se haga responsable por el otro.


- Planeé una reunión, fije la hora y el lugar, tome nota del asunto que se va a discutir de tal manera que no se salgan del tema, establezca límites de tiempo (media hora para conversaciones importantes o difíciles), planeé un descanso (20 minutos), acuerden cómo poner fin a la discusión.


- Aprenda a escuchar con compasión, su pareja toma unos minutos para explicar lo que le molesta o lo que le preocupa, mientras usted escucha en silencio, la idea es que él o ella pueden expresar sus sentimientos y su punto de vista. Repita lo que ha escuchado con otras palabras o interpretando lo que dijo para estar seguros que se entendió bien lo que la otra persona quiso decir. Ahora es su turno para expresar lo que usted siente y percibe.


- Dense tiempo para aclarar y disculparse si viene al caso.


- Aclaren juntos sus necesidades y sus temores sin juzgarse. Recuerden que escuchar no significa estar de acuerdo.


- Aprenda a negociar.


- Sume lo positivo, deje de programarse para decir no.


- Cultive su relación, tome en cuenta que la relación no es una adquisición más, se construye con el día a día.


- Crear un ambiente de confianza y seguridad es lo más importante, para reducir la tensión y el nivel de amenaza, de esa manera se pueden respetar las diferencias del otro y actuar de la mejor manera posible.


- Recuerde que su relación es sagrada, están en el mismo bando y la idea es que ganen los dos.

Por qué peleamos si nos amamos, Por: Katherine Hogg

El matrimonio viene a ser un complemento para la persona. No obstante, el mismo pasa por diversas etapas y retos, es especial porque no todo es dulzura y esplendor; frecuentemente es la revelación de la otra cara de la naturaleza de su cónyuge. Lo que puede haber permanecido oculto en la personalidad, va a brotar ahora a la luz, y eso puede poner a prueba el compromiso de amor. Es en este momento donde surgen los conflictos a raíz de las diferencias existentes entre los miembros de la pareja.

Por lo tanto, es muy importante aprender a confrontar los conflictos en el matrimonio.

La confrontación es el medio más directo y sano de resolver diferencias. Confrontar significa prontitud, interés y reconciliación. Se debe tener muy presente que el secreto de una buena confrontación no es ganar la batalla, sino ganar a la persona, por ello no deben haber componentes de hostilidad ni dolor, sino más bien debe ser un camino hacia el perdón. Considerar que siempre hay que ganar cada discusión, decir la última palabra, o salirse siempre con la suya, es una forma errónea de pensar y actuar, ya que con esta actitud se está minimizando el valor y el respeto que merece y posee la pareja.
Las discusiones y desacuerdos en el matrimonio son propios de una relación, y existirán mientras ésta perdure, ya que la pareja está compuesta por dos seres totalmente imperfectos, con formas de pensar, sentir y actuar diferentes. Estas diferencias se originan no sólo de la forma en que los hombres y mujeres perciben el mundo que les rodea, sino también a que cada uno proviene de familias con dinámicas de interacción muy distintas.

Discutir correctamente, puede ser un valor siempre y cuando no se excluya un diálogo respetuoso, inteligente y mutuamente enriquecedor; por consiguiente en una discusión no debe existir la humillación, la deshonra, los insultos, los golpes, la manipulación a través del sexo, las burlas, ni las amenazas.

Hay que recordar que discutir no significa pelear. Una discusión sabia busca el acuerdo a través de la exposición respetuosa de los puntos de vista, a veces disonantes, de la pareja. El discutir, no quiere decir que se tenga que dañar la percepción de cariño y afecto que existe entre los cónyuges.

Es muy importante señalar que marido y mujer pueden enfrentar sanamente los desacuerdos y las tensiones que surgen cuando las necesidades e impulsos de ambos no concuerdan. Para lograrlo se le recomienda a las parejas centrarse en el problema, no saltar de un tema a otro, porque se mezclan sensaciones pasadas. También se debe evitar adoptar una actitud de mártir, esta situación se da cuando uno de los cónyuges recuerda al otro los desvelos, detalles y renuncias, pretendiendo que le dé la razón a cambio de “lo mucho” que le debe.

Toda discusión debe quedar en buenos términos para ambos cónyuges, sin vencedor ni vencido, por lo tanto es muy importante no asumir una posición de ataque, la discusión siempre debe mantenerse en el terreno impersonal, no atacando al cónyuge con recriminaciones duras o haciendo referencia a la apariencia del otro o a los defectos reales o imaginarios que posee.

Finalmente, el paso más importante para poder sobrellevar una relación entre personas completamente diferentes, es aprender a perdonar. Perdonar no es inventar un sentimiento místico. Aún cuando se decide perdonar, el dolor de la afrenta puede tomar tiempo para ser sanado; porque perdón no es sinónimo de amnesia, pero sí permite alejar los recuerdos negativos, del presente.

miércoles, 14 de marzo de 2012

La mujer que prospera, Por: Astrid Marín

“Encuentra una mujer de la que puedas decir: hubiera podido escogerla más bella pero no mejor”. Pitágoras de Samos

La mujer que prospera no es aquella mujer que ha alcanzado importantes posiciones en la escala social. Tampoco lo es aquella cuyas cuentas bancarias están llenas de dinero. Una mujer que prospera no es la que viaja mucho por el mundo, ni la que sale mucho en televisión. No es aquella que hace suspirar a todos cuando pasa a su lado. No es la mejor deportista, ni la más bella del planeta, tampoco lo es la más famosa.

Entonces, ¿Quién es una mujer que prospera?


1) La mujer que prospera disfruta de una prosperidad integral: no solamente invierte su tiempo en la búsqueda de metas económicas, profesionales o financieras, sino que cultiva las otras áreas de su vida (su relación de pareja, sus hijos, su familia, su vida espiritual, el desarrollo de habilidades personales, sus sueños).


2) La mujer que prospera reconoce que las metas no se pueden alcanzar en el corto plazo, que el camino hacia el bienestar económico no es una carrera de 100 metros, ya que la inversión de tiempo, talentos y tesoros para obtener beneficios económicos en el corto plazo no le llevan a la satisfacción personal.


3) La mujer que prospera disfruta de una vida abundante a lo largo de la ruta de la vida, comprendiendo que más que una carrera de velocidad, la vida es un maratón y que para llegar a la meta, debe administrar adecuadamente todos los recursos que posee y disfrutar el recorrido.


4) La mujer que prospera comprende que los bienes materiales no pueden satisfacer las necesidades emocionales y espirituales, que no llenan necesidades como la alegría, el amor o la paz.


5) La mujer que prospera comprende que la prosperidad integral no depende exclusivamente de su capacidad económica, sino de la forma en la que ha elegido vivir cada día y que esto tiene que ver más con una actitud del corazón y un estado del alma, que con el estado de una cuenta bancaria.


6) La mujer que prospera reconoce que la tarea más importante en la vida es justamente “vivir”. Donde vivir significa mucho más que sencillamente existir. Significa parar de correr detrás de las cosas materiales y superficiales y comenzar a perseguir las cosas más significativas de la vida.


7) La mujer que prospera en todas las demás áreas de su vida, logra como un resultado intrínseco la prosperidad material.


Características de la mujer que prospera:

1) Desarrolla su Vida Espiritual.

2) Cultiva un carácter triunfador.

3) Se conoce a Sí Misma.

4) Disfruta su rol como parte de una familia.

5) Impacta la vida de quienes le rodean.

6) Fomenta un carácter generoso.


1- Desarrolla su vida espiritual. La mujer que prospera desarrolla altos valores espirituales: La búsqueda de la prosperidad integral, incluye la prosperidad de nuestra mente, de nuestra alma y de nuestro espíritu. Para que haya prosperidad material debe existir primeramente una prosperidad interna, ligada a nuestra área espiritual.


¿Qué significa la prosperidad espiritual?

Significa haber encontrado la paz consigo misma, mediante la aceptación de lo uno es y el agradecimiento a ese Dios Creador que lo ha hecho todo y que nos formó así como somos. La prosperidad espiritual es encontrar sosiego en un mundo lleno de quebrantos, de circunstancias adversas y de esperanzas menguadas. La prosperidad espiritual es crecer en fe, sabiendo que cada paso que se da está acompañado de una fuerza mayor a las propias fuerzas, que hay un ser superior guiando y controlando todo lo que acontece en la vida. La prosperidad espiritual es entender que no tenemos el control, que no somos dueños de nada y que no se trata de nosotros. Que somos parte de un plan infinito, de un construir eterno guiado por la mano de Dios. Que tenemos un propósito que cumplir y que fuimos creadas y diseñadas para el cumplimiento de ese propósito. La prosperidad espiritual es sentirse llena a pesar de no tener todo lo materialmente soñado; es crecer en amor hacia una misma y hacia el prójimo.

Es levantarte cada mañana con una actitud de agradecimiento y de expectativa. Es entender que somos solo una parte ínfima de un vasto universo, pero que al mismo tiempo somos tan grandes e importantes para Dios. La prosperidad espiritual trae felicidad y llena la vida. La prosperidad espiritual prepara para disfrutar cada paso en la vida, los éxitos y los fracasos, los aciertos y los desaciertos. No importa lo que pase, Dios tiene un plan y somos sus instrumentos.


2) Desarrolla un carácter triunfador:

Carácter: La mujer que prospera desarrolla un carácter triunfador. Un carácter de firmeza y de fuerza interior que le permite tener claro sus metas, sus proyectos, sus sueños, sus anhelos. La mujer que prospera desarrolla un carácter que le permite tomar decisiones personales trascendentales, para administrar su vida, sus negocios, su familia. Un carácter para saber decir “sí” cuando haya que hacerlo o decir “no” cuando sea necesario. La mujer que prospera posee un carácter robusto, plagado de fortaleza pero lleno también de ternura y amor.


El carácter y las finanzas: La mujer que prospera desarrolla un carácter que le permite administrar de una forma sana sus finanzas y las de su hogar, convirtiéndose en una gerente de hogar. La mujer que prospera construye valores sobre los cuales rige sus actuaciones y toma sus decisiones.


Los valores que construyen una sana administración de las finanzas en el hogar son:

Comunicación: la mujer que prospera encuentra la forma de comunicarse efectiva y transparentemente con su esposo y su familia. Comunica y comparte sus planes, sus sueños, sus inquietudes. Planean juntos y establecen metas financieras en familia. La prosperidad económica del hogar dependerá del grado de comunicación que se pueda tener en el hogar y la mujer también juega un rol preponderante en abrir estos canales de comunicación y crear los lazos de unión y propósitos mutuos que muevan a la familia hacia una misma dirección.


Orden: La mujer que prospera tiene un plan para controlar la forma en la que maneja el dinero. Tanto en su negocio como en su casa, domina al dinero y no deja que el dinero le domine a ella.


Discernimiento: La mujer que prospera tiene prudencia para diferenciar entre necesidades, deseos y lujos. Alcanza la prosperidad material al satisfacer primeramente sus necesidades y luego, los deseos. Los lujos quedarán en último lugar, solamente en caso de que se tengan los recursos económicos disponibles para hacerlo.


Perseverancia: La mujer que prospera desarrolla el valor de ser constante y paciente. Aplica el concepto de “paciencia perseverante”, que es una paciencia en movimiento, diligente. Es una perseverancia a través del tiempo. Es ver la vida como una “carrera de larga distancia” en la cual se necesita constancia para no rendirse ante las circunstancias. La perseverancia que le permite levantarse después de una caída, sacudirse el polvo y seguir adelante.

Confucio decía: “Nuestra mayor gloria no está en que nunca hemos fallado, sino en que cada vez que fallamos nos hemos levantado”.


Dominio propio: La mujer que prospera desarrolla el valor del buen comportamiento, es decir, del dominio propio.

Sin él, es imposible poder poner en práctica principios para alcanzar la prosperidad integral. Un antiguo proverbio chino dice: “Aquel que conoce a otros es sabio, aquel que se conoce a sí mismo es un iluminado. Aquel que conquista a los demás tiene poder físico; aquel que se conquista a sí mismo es verdaderamente fuerte”.


3) Se conoce a sí misma: La mujer que prospera conoce muy bien los tesoros que lleva por dentro. Ha entendido que Dios le ha hecho especial, que le ha creado con diferentes dones y habilidades. El conocimiento de sí misma permite a la mujer desarrollar todas sus potencialidades, explotar todos sus dones y sacar lo mejor de sí. La mujer que logra conocerse a sí misma sabe hasta dónde puede llegar, cuáles son sus limitaciones y cuáles son sus fortalezas. Logra alcanzar sus sueños basada en el uso de sus propias habilidades personales. La mujer que prospera desarrolla sus habilidades personales.


¿Qué implica el desarrollo de las habilidades personales?

1. Emprendimiento: es la capacidad de iniciar un proyecto, un negocio o un plan, basada en su instinto natural de crear. La mujer emprendedora conoce muy bien lo que desea alcanzar y se lanza en la búsqueda de las oportunidades que le permitirán cumplir sus sueños.


2. Búsqueda de negocios: es darse la oportunidad de desarrollar sus habilidades personales a través del establecimiento de negocios propios o familiares que vengan a llenar necesidades del hogar y aportar económicamente a elevar la calidad de vida de sus seres queridos.


3. Estudiar: El estudio es la forma de mejorar su calidad de vida y la de quienes le rodean, además de proveer autosatisfacción y ayudar al alcance sus metas y sueños propios.


4. Profesionalizarse: una mujer en búsqueda de la prosperidad integral sabe que lo que realiza debe hacerlo bien, es más, debe hacerlo dando lo mejor de sí misma. Por ello buscará la forma de profesionalizarse, creciendo así en su vida personal y en su madurez como profesional en cualquier área que se desempeñe.


5. Otras áreas de habilidades personales pueden ser, convertirse en una artista, crear con sus manos, desarrollar actividades como pintura, manualidades, cocina, agricultura, escultura, etc. La mujer que prospera siempre tendrá nuevas ideas y deseos en su corazón para desarrollar ese potencial que Dios le ha dado.


4-Disfruta de su rol como parte de una familia: La mujer que prospera ha logrado poner las prioridades en su lugar, y por eso ha entendido que la familia está en el corazón de Dios. Que su rol y función más importante es amar y cuidar los tesoros que Dios ha puesto en sus manos: su esposo, sus hijos, sus padres, hermanos y familiares.

La mujer que prospera logra entender que todo cuanto ella pueda alcanzar en la vida NO debe anteponerse al bienestar de su familia. Que no puede existir nada en el mundo que desplace ese rol tan importante, el ser uno de los pilares del hogar.


Algunos principios que la mujer próspera ha desarrollado en cuanto a su rol de madre y esposa son los siguientes:

1) Su familia es su prioridad.

2) El desarrollo de sus habilidades personales debe estar equilibrado con el desempeño de sus funciones como madre y esposa.

3) Los valores que rigen su vida no le permiten anteponer el dinero o la obtención de la prosperidad material por encima de las necesidades de su familia.

4) Ha comprendido que su rol es diferente al de su esposo, que Dios les ha hecho diferentes para que se complementen y se ayuden mutuamente.

5) Ha desarrollado habilidades excepcionales para atender sus diferentes necesidades, y por lo tanto las de su familia.

6) Comprende lo que ella significa en el hogar: Primero, ella es parte importante del núcleo del hogar. Segundo, ella es un modelo a seguir para sus hijos e hijas.


5- Impacta la vida de quienes le rodean: Una mujer próspera definitivamente dejará un legado en todos aquellos que le rodean, principalmente en sus hijos. Ella se ganará el respeto de sus hijos y desarrollará relaciones saludables con las personas que le rodean. Logra la admiración de su esposo, de sus hijos, de sus familiares, de sus amigos, compañeros y colegas. La mujer alcanza el éxito impulsada por el amor de y hacia su familia y por el respeto de sus cercanos, quienes comparten sus éxitos como propios.

La mujer que prospera edifica la vida de las personas que están a su alrededor. El aporte más valioso para la edificación de la vida de las personas que están a su alrededor es su ejemplo de vida. Ella se convierte en el modelo que todos quieren imitar y de esta forma aporta en la construcción de otras vidas.


Formas de impactar vidas: La mujer que prospera se vale de todas las oportunidades posibles para dejar huella en sus hijos. Enseñando a sus hijos con las palabras, con el ejemplo y compartiendo experiencias con ellos.


¿Qué podemos enseñar a nuestros hijos?

1) A amar a Dios: este es el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos. Una mujer que prospera y que tiene una relación intima con Dios impactará con su amor la vida de sus hijos. Lo más importante es saber que cuando mamá ya no esté, vayan donde vayan, los hijos tendrán el amor de Dios en sus vidas y sabrán a quién acudir cuando las cosas no van bien y a quién agradecer cuando su vida florece.


2) Sobre finanzas: la mujer que ha prosperado evitará que la siguiente generación repita los errores que muchos adultos han cometido en temas de finanzas. Les enseñará a sus hijos valores financieros tales como:

a. La gratitud

b. Dar generosamente

c. El ahorro

d. Cómo gastar sabiamente

e. Evitar endeudarse

f. El valor del trabajo

g. Vivir su vida dentro de sus posibilidades y no por encima de ellas.


3) El valor del trabajo: éste es una bendición en la vida de toda persona. Enseñar a nuestros hijos el valor del trabajo es un legado fundamental que toda mujer debe heredar a sus niños. Valores como la dedicación, la motivación, la disciplina y el entusiasmo harán de toda mujer prosperada un gran ejemplo para que sus hijos aprendan a amar el trabajo.


4) El respeto: el respeto es un valor esencial para el desarrollo sano de las relaciones humanas. El respeto a sí mismo, a las autoridades superiores, el respeto a las normas y reglas sociales, el respeto a los demás, a los bienes y posesiones de otros. Una madre prosperada será un gran ejemplo para sus hijos en cuanto al respeto hacia ella misma y hacia todo el ordenamiento impuesto por Dios en el Universo.


5) Descubrir los talentos y los dones: Una de las principales funciones de la madre será ayudar a sus hijos a descubrir y explotar sus dones y talentos personales. Desarrollar sus potencialidades y encontrar su misión en el mundo. Esta importante función de la mujer que prospera dejará huella en la siguiente generación, permitiendo que sus hijos encuentren la felicidad y el éxito. Entendiendo que Dios les ha creado en forma especial para alcanzar metas y sueños propios.


6-Desarrolla un carácter generoso: La mujer que prospera “alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso”. La diferencia entre una mujer exitosa que simplemente ha acumulado mucho dinero y una mujer que ha aprendido a ser próspera también en el área de la generosidad, es que la segunda tiene sentido de realización y trascendencia. Un corazón generoso tiene lo que se necesita para ser feliz, sabe vivir desapegado de los bienes materiales y valora las cosas importantes de la vida.

Cualquiera que sea la posición de una mujer, debe aprender a compartir lo que tiene. Si no lo hace, morirá poco a poco como persona. El ser humano ha sido diseñado para compartir lo poco o lo mucho que tiene, las alegrías y las tristezas. El egoísmo o la avaricia no nos caen muy bien al espíritu. Veamos un ejemplo de esto, el Mar Muerto se encuentra a 398 metros debajo del nivel del mar y el río Jordán entrega a este mar más de seis millones de metros cúbicos de agua por día (6 millones mts cúbicos). Sin embargo, tiene un problema, solamente recibe agua, nunca la da. Es por esta razón que el Mar Muerto (en Israel) está literalmente muerto, porque el agua se estanca y con la evaporación que produce el sol del desierto la concentración de sal aumenta. La concentración normal de sal en el océano es del 2% al 3%, mientras que la concentración de sal en el Mar Muerto es del 24% al 26%, además del magnesio y el calcio. Por esto no hay vida allí. Con sus 1000 kilómetros cuadrados de superficie, es grande, rico en minerales y es probablemente el mar más conocido del mundo. Sin embargo, ha perdido la vida; está vacío en su interior. Esto nos enseña que el DAR, luego de RECIBIR, es un proceso vital para permitir mantener la frescura de nuestro corazón.


Conclusión

¿Cómo puedo ser una mujer Prosperada?

1- Toda mujer debe entender que es especial ante los ojos de Dios. Que ha sido creada con dones y talentos, es decir, con tesoros internos, para su provecho, su bienestar y para el servicio de sus semejantes.


2- Ser una mujer próspera es un proceso. No es un estado en el tiempo, es un continuo aprendizaje y crecimiento interno. El tiempo y la madurez son los mejores aliados en la búsqueda de la prosperidad integral. El llegar a ser una mujer prospera, es un trabajo que dá frutos solamente con la perseverancia, la constancia y con el paso de los años.


3- La mujer prosperada reconoce el valor de su pareja. Comprende que Dios ha diseñado un plan perfecto entre un hombre y una mujer. Que ambos son complemento uno del otro, que no hay competencia entre ellos, sino una relación de apoyo y compromiso juntos.


4- Algunas circunstancias en la vida llevan a muchas mujeres a enfrentar la vida solas, quizás al frente de un hogar, un trabajo y a cargo por completo de los hijos. Estas mujeres pueden salir adelante porque Dios les ha dado la fuerza, la actitud y las aptitudes necesarias para llegar a convertirse en mujeres triunfadoras.


5- Una mujer prosperada tiene derecho a llorar, a sentirse desanimada, cansada o incluso muchas veces frustrada. Esto no significa que ha sido derrotada. Al contrario, esto significa que es sensible, tierna y que tiene un corazón dispuesto al cambio.


6- Se vale fracasar: Lo importante es levantarse de nuevo y seguir adelante.


“Mujer virtuosa: ¿Quién la hallará? Pues su valor sobrepasa largamente al de las piedras preciosas…”. (Proverbios 31:10).